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domingo, 28 de septiembre de 2014

Compañías con beneficios




Por James Surowiecki*

Traducción de Francisc Lozano**


James Surowiecki by James Davidson. Fuente: Wikimedia



En los años recientes, Warby Parker se ha convertido en el productor de gafas de elección para los hipsters. En una reciente taxonomía de GQ de las diferentes variedades de nerds, todos, absolutamente todos los nerds estaban usando un par de gafas Warby Parkers.  La estrategia de la compañía –vender anteojos con estilo a un precio asequible-  parece obvia, pero, en una industria donde los anteojos de marca cuestan  doscientos o trescientos dólares el par, cuenta como revolucionaria. La compañía tiene una similarmente inconvencional estrategia para lograr su identidad corporativa. Poco después de crear Warby, sus fundadores la transformaron en una “corporación B” (B corporation,  en inglés). Las corporaciones B son compañías con ánimo de lucro que se comprometen a alcanzar objetivos sociales, así como a lograr objetivos empresariales. Su desempeño social y ambiental debe ser regularmente certificado por una organización sin ánimo de lucro llamada B Lab, de la misma forma que el sistema de construcción de edificios sostenibles LEED debe ser certificado por el U.S. Green Building Council. Muchas corporaciones B también están comprometidas con una misión social específica. La producción y distribución de Warby son neutrales en cuanto a liberación de carbono, y, por cada par de anteojos que vende, la compañía distribuye otro par [gratuitamente] en el mundo en desarrollo, en asociación con una organización sin  ánimo de lucro llamada VisionSpring.

Ahora hay más de mil corporaciones B en los Estados Unidos, incluyendo Patagonia, Etsy y Seventh Generation. Y en los anteriores cuatro años, veintisiete estados han aprobado leyes que le permiten a las compañías transformarse a sí mismas en "corporaciones  de beneficio" (benefit corporations, en inglés) - las cuales son similares a las corporaciones B, pero no idénticas. Los compromisos a los que esas compañías están llegando, no son sólo retóricos. Mientras una empresa regular puede abandonar sus políticas altruistas cuando los tiempos se ponen difíciles, una corporación de beneficio no puede.  Los accionistas pueden demandar a los directores por no llevar a cabo la misión social de la compañía, así como ellos pueden demandar a los directores de una compañía tradicional por violar sus obligaciones fiduciarias.

¿Por qué cualquier empresa ataría sus manos de esa forma? Neil Blumenthal, uno de los  fundadores de Warby, me dijo: "Nosotros queríamos construir una empresa que generara ganancias. Pero también queríamos crear un negocio que hiciera el bien en el mundo." Eso suena bonito, pero es un tipo de objetivo que puede ser fácilmente descartado cuando  estás manejando un negocio con ánimo de lucro. Convertirte en una corporación B  aumenta el costo de la reputación de la organización al abandonar sus objetivos sociales. Eso es lo que los economistas comportamentales denominan "mecanismo de compromiso" (commitment device, en inglés) -una forma de asegurarse de que tú cumplirás tus promesas.
Ser una corporación B también aísla a una compañía de las presiones de los inversionistas. Desde los años 70, la ideología dominante en las empresas estadounidenses ha sido que el propósito fundamental de una empresa es aumentar los retornos de los inversionistas: como Milton Friedman lo estableció,   el aumento de las ganancias "es la única responsabilidad social de un negocio." Los profesores de leyes aún debaten si esto el legalmente cierto o no, pero la mayoría de los directores ejecutivos sienten una gran presión para maximizar el valor de los accionistas.  En una corporación B, los accionistas son sólo una división administrativa. Patagonia no tiene que preocuparse porque sus inversionistas se opongan a su trabajo ambiental, ya que ese trabajo es simplemente parte de la labor total de la organización. Por razones similares, las corporaciones de beneficio son mucho menos vulnerables  a adquisiciones hostiles. Cuando Ben & Jerry's fue adquirida por Unilever, en el 2000, sus fundadores no querían vender, pero  ellos creyeron que era su deber fiduciario. Una corporación B hubiese tenido un tiempo más fácil manteniéndose independiente.
En el ferozmente competitivo ambiente de negocios de hoy, uno podría asumir que una organización que piense de manera altruista está condenada al fracaso. Para un defensor del libre mercado, una corporación B es sólo una manera de desperdiciar el dinero de los accionistas en la realización de buenos caprichos. Hasta ahora, Warby Parker no ha tenido problemas generando dividendo para sus inversionistas.   Y Dave Gilboa, otro de los fundadores, me dijo que, a un nivel operativo, tener una misión social puede ofrecer distintas ventajas. Es una forma muy importante de atraer y retener empleado talentosos. Datos de encuestas muestran que los trabajadores -especialmente los jóvenes- prefieren trabajar para empresas socialmente responsables, y lo harán por una menor compensación económica como intercambio por un mayor sentido de propósito. Ese tipo de personas normalmente trabajan para organizaciones sin ánimo de lucro, pero las corporaciones B podrían convertirse pronto en una opción más atractiva. El propio Blumenthal viene del sector sin ánimo de lucro, habiendo trabajado en Vision Spring antes de crear Warby. Él dice: “tu capacidad para tener un impacto a gran escala es simplemente mayor en el sector con ánimo de lucro, y eso es fundamentalmente gracias al capital y el talento disponible para ti.” Tener una misión social también puede ser un elemento importante para venderle a los clientes, como lo ha demostrado el movimiento del comercio justo.
Es fácil ser escéptico respecto a la retórica sentimental que rodea las corporaciones B. Sin embargo, el deseo de equilibrar el beneficio y el propósito es sin duda un retorno al modelo que muchas empresas estadounidenses siguieron una vez. Henry Ford declaró que, en vez de aumentar los dividendos, él preferiría usar el dinero para construir mejores carros y pagar mejores salarios. Y el credo de Johnson & Johnson, escrito en 1943, establece que “la primera responsabilidad” de la compañía no era con los inversionistas, sino con los médicos, las enfermeras y los pacientes. Hubo algunos problemas con esta forma de hacer negocios: era paternalista y a veces ineficiente. Pero lo que la reemplazó –la conversión del valor de los accionistas en un fetiche- les ha autoinfligido un serio daño, animando a las corporaciones a enfocarse en prospectos de corto plazo y el valor de las acciones a expensas de todo lo demás. El aumento de las corporaciones B es un recordatorio de que la idea de que las corporaciones deberían ser únicamente delgadas y magras máquinas de maximización de ganancias, no ha sido dictada por la naturaleza inherente al capitalismo, y mucho menos por la naturaleza humana.  Como individuos, nosotros tratamos de hacer nuestro trabajo no sólo rentable,  sino también significativo. Puede ser el momento para que más compañías hagan lo mismo.




*James Surowiecki ha sido parte del equipo de escritores de The New Yorker  desde el año 2000, y escribe la página de finanzas. Si quiere visitar el texto original, por favor vaya a http://www.newyorker.com/magazine/2014/08/04/companies-benefits

**Francisc Lozano (1988): Nació en Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano de la Organización Grameen Caldas; fue Director de la Fundación Funeducol; y Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change.  Es escritor por gusto y convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter @Franzlozano

sábado, 7 de junio de 2014

La ley del mal menor

Por: Francisc Lozano*



Desplazados. Imagen tomada de wikimedia.org


Álvaro Uribe dirigió los destinos de Colombia durante un período de ocho años. En la historia reciente de la nación, ese es un hito sin parangón. Para alcanzar ese gran 'éxito', el entonces presidente, requirió de un 'cambiecito' en la Constitución Política de Colombia: se aprobó la reelección  presidencial. 


Tal vez muchos lo han olvidado, pero ese cambio a la Constitución tenía que contar con el apoyo de algunos congresistas. Mucho se habló al respecto, pero me siento obligado a contar que para que los congresistas apoyaran la modificación a la ley, los hijos de Uribe y Pretelt de la Vega compraron a algunos congresistas con la entrega de varias notarías. Por este hecho sólo terminaron presos Yidis Medina y Teodolindo Avendaño -quienes vendieron el voto-, pero no los que compraron el voto -igualmente culpables-. Mas así es Colombia: los tramposos terminan siendo alabados como se hace con los grandes héroes de Homero, por eso pido que no se exalten los ánimos al leer estas líneas. 


Un hecho más que es muy importante recordar es que Uribe es una persona que padece el síndrome de hybris o lo que es lo mismo, es un adicto al poder. Después de controlar al país por dos períodos, ha decidido que no fue suficiente, ahora ha alcanzado un escaño en Congreso de la República y, no contento con ello, decidió postular a un títere para que pose de presidente por los siguientes cuatro (u ocho) años y le permita darle el rumbo que él considere correcto al país.


Muchos se han atrevido a mencionar que el expresidente Uribe es ‘el mejor presidente de la historia del país’. Muy pocas de esas personas son capaces de demostrar, lógica y argumentativamente, esa afirmación. Sin duda el gobierno Uribe tuvo aciertos en algunos temas de relevancia nacional, pero sus avances quedan rápidamente sepultados al ser confrontados con sus desaciertos. 


Evidentemente el mayor logro que se le abona al antioqueño es el de la seguridad en el país. Objetivamente se puede decir que ha sido muy importante la participación de las fuerzas militares y policiacas para  tener un Estado que se siente más seguro. Sin embargo, la administración de Uribe tiene más hechos por los cuales sentirse avergonzada, que los que podrían llenarle de orgullo. Los niveles de corrupción aumentaron de forma exponencial: Andrés Arias y Agroingreso Seguro, las interceptaciones ilegales del DAS, la compra de los terrenos que después se convertirían en zona franca por parte de los hermanos Uribe (ver vídeos en el vínculo anterior. En este hecho también participó Zuluaga como ministro de hacienda) y la correspondiente riqueza que obtuvieron de su venta, Mario Uribe y su vinculación con los paramilitares, la ‘parapolítica’ que enlodó a decenas de congresistas que apoyaron a Uribe, Luis Carlos Restrepo y su plan para engañar al país con falsas desmovilizaciones, la compra de votos a Yidis Medina y Avendaño, los nexos entre los directores de seguridad de Uribe y el narcotráfico, y el más cruel de todos los crímenes que se puedan cometer: las ejecuciones extrajudiciales, mal llamadas ‘falsos positivos’. La barbaridad de este crimen radica en el hecho de que las fuerzas legalmente establecidas para proteger a la población dediquen sus conocimientos,  talentos y el presupuesto de la nación para asesinar vilmente a la población que juraron proteger.


Respecto a estas ejecuciones extralegales, la Revista Semana establece que “estas ejecuciones extrajudiciales, llamadas ‘falsos positivos’, no eran nuevas en el país pero sí aumentaron de manera drástica: 154% entre el 2002 y el 2010, según el estudio ‘La política de seguridad democrática y las ejecuciones extrajudiciales’.” Esas cifras son sencillamente escalofriantes, y su sentido se agrava si el lector se entera de que la mayoría de esas personas no tenía una conexión directa con el conflicto más allá de ser víctima del mismo. Cabe recordar que gran parte de la responsabilidad de este horrendo episodio de nuestra historia le corresponde a Uribe (el gestor de la “seguridad democrática”) y al actual presidente de Colombia, pero no sólo a ellos, también a los generales, coroneles, capitanes, cabos y demás soldados colombianos, y por qué no a usted y a mí, que no tenemos memoria ni carácter y que somos masoquistas y perdonamos a los asesinos sin asomo de consciencia. Por estos horripilantes crímenes hay mucha gente en la cárcel, pero jamás, oígase bien, jamás veremos a Uribe, Santos, Marta Lucía Ramírez o Gabriel Silva respondiendo por estos inexplicables hechos ante la justicia y la nación.


Ahora bien, el gobierno Santos no ha sido totalmente diferente al de Uribe: las políticas económicas siguen siendo las mismas; la gente se sigue muriendo en las puertas de los hospitales; los campesinos (aquellos encargados de producir nuestro alimento) son cada día más pobres, y paradójicamente no tienen qué comer; los salarios de las personas son paupérrimos; la calidad de la educación no cambia y cada vez manifiesta una mayor tendencia hacia la privatización. Hay muchas cosas más para mencionar al respecto, pero el análisis tomaría demasiado tiempo, y tiempo es lo único que no hay. La segunda parte de las elecciones está a la vuelta de la esquina.


De Santos se pueden decir demasiadas cosas. En efecto ha sido un mal presidente, pero, contrario a Uribe, sí ha sido diplomático y normalmente ha invitado a sus contradictores al diálogo. Durante sus cuatro años de administración ha logrado que tengamos buenas relaciones con nuestros vecinos (este hecho es indispensable porque las economías del mundo están interconectadas, y si no tenemos a quién venderle y a quién comprarle, entraremos en un estancamiento económico de grandes proporciones), el empleo ha crecido y la pobreza ha disminuido (al menos eso es lo que dice el Dane), se sancionó, y se ha empezado a ejecutar, la Ley de Restitución de Tierras: un paso gigantesco hacia la justicia para los desplazados por la violencia, se han construido muchas casas para las personas más pobres, e incluso el recaudo fiscal (el de los impuestos) ha sido mucho mayor al del gobierno anterior. Además se ha iniciado un proceso de diálogo con las Farc en Cuba (que no se confunda este hecho con la paz. La paz sólo se puede alcanzar con justicia social), el cual puede ser un muy buen insumo para lograr un país mejor.


Lo único que no se puede decir de Santos es que sea un comunista o un ‘castro-chavista’. Ambas aseveraciones carecen de lógica y sólo pueden provenir de un cerebro falto de lectura y capacidad crítica. Sopesemos la siguiente idea: el comunismo es la doctrina que propugna una organización social en que los bienes son propiedad común. Imaginémonos ahora ¡a qué rico le interesaría desaparecer su propiedad privada y entregársela a todos los demás para que la disfruten! Pero vamos más allá. Juan Manuel Santos pertenece a una de las familias con mayor poder económico y político de Colombia. No olvidemos que su familia fue la propietaria del grupo editorial El Tiempo (uno de los conjuntos de medios de comunicación más grandes de Colombia). ¿Cree usted, estimado lector, que Santos quiere compartir su gran fortuna con todos nosotros? Yo no lo creo, creo que Santos es un capitalista igual a Uribe, Zuluaga o cualquier otro de los ministros de hacienda que ha tenido el país. Lo que sí ha diferenciado a Santos de estas otras personas es que ha intentado, -de manera muy seria, concisa y hasta responsable-, ponerle fin a un conflicto entre colombianos que ya supera los cincuenta años de historia, y que si no se detiene, terminará por definir para siempre el futuro de este país. Ya no tenemos por qué vivir en el mundo de la guerra constante. Es el momento de acabar con esa arcaica idea.


Probablemente usted que lee mi columna puede pensar que soy santista. Tenga la plena seguridad de que soy uno de los mayores críticos de las decisiones perjudiciales que ha tomado el presidente. He lamentado profundamente la suscripción de los tratados de libre comercio, el abandono a la educación pública, la salud y la justicia, las horribles reformas que ha intentado convertir en realidad, el olvido de nuestros campesinos, la pérdida del territorio colombiano en San Andrés (aunque esta derrota le pertenece por partes iguales a Samper, Pastrana, Uribe y Santos) y todas las demás decisiones que han causado daño al país y a los colombianos. Pero si alguien me increpa sobre las dos posibilidades que hay para la presidencia, yo veo la opción de seguir avanzando a paso de tortuga o la de devolvernos a un pasado horrible en el que los militares asesinan a quien sea para cumplirle las ‘cuotas de sangre’ al presidente de turno. Yo veo la oportunidad de que de a poco cambiemos nuestra realidad o de que nos devolvamos al entorno de muerte, odio y retroceso social.


Así es, Santos ha sido un mal presidente, pero Uribe ha sido un criminal vestido de legalidad. Por eso, yo prefiero la ley del mal menor, prefiero a un Santos lento en ejecución, y no a un Zuluaga guiándonos por la senda de la destrucción. Yo prefiero el camino del diálogo. Yo creo en el perdón y la reconciliación.

@Franzlozano

*Francisc Lozano (1988): Nació en Cali. Es administrador de empresas de la Universidad Nacional y escritor por convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter ubicada en el enlace anterior. 

miércoles, 19 de marzo de 2014

El ‘enfant terrible’ del cine manizaleño

Por: Andrés Rodelo*

Todas las sombras

Pablo Villa no es tan distinto de esos sujetos que construyen automóviles de lujo en los garajes y que aparecen en los informativos de televisión con ademanes de "miren lo que hice".

El destino de Villa y el de Ken Imhoff (británico fabricante de su propio “Lamborghini”) giran en torno a una misma declaración de principios: el desmarque del sistema industrial, el emprender un norte que a la luz de la cordura solo llegaría a buen puerto bajo el amparo del sistema mismo, pero que encarrilado por impulsos antitéticos y disciplinados puede gozar de resultados sorprendentes. 

La perseverancia les ha concedido el momento de limpiar el sudor de sus frentes y de mirar a los demás con rostro de ilusión para proclamar: “Se puede”. Imhoff culminó su automóvil y Villa su primer largometraje, ‘Gaseosa’, que hizo de manera independiente con solo ocho millones de pesos.

Aunque habría que guardar distancias entre ambos casos, puesto que el cineasta manizaleño no solo debe la importancia del logro al fruto del esfuerzo personal (como le sucede a Imhoff), sino también al de un grupo de colaboradores cuyo trabajo se traduce en una sensibilidad que corre en oposición a la del cine mayoritario, ajena al carácter comercial e hiperbólico de este último. 

Un tipo de cine radical y de corte artesanal, mas no por ello simple y desangelado, que pretende ejercitar (también retar) la mirada del espectador desprevenido para desplegar en las fronteras de lo corriente y de los pequeños acontecimientos –aquellos que, en apariencia, no tienen potencial cinematográfico alguno- una puesta en escena que deslumbra por su espontaneidad y su realismo. 

Tal vez sean las palabras del cineasta ruso Victor Kossakovsky las que definan con mayor exactitud el ideal artístico de Pablo Villa y el de la Fundación Fellini, de la cual es director. “Quizá lo único que sé hacer es no dejar pasar las cosas. Como el colador que detiene la piedrecita valiosa. Es decir, la gente que esté sentada en la misma habitación que yo no verá, y yo sí”, una frase que pone de manifiesto una incapacidad de observar –a pequeña y gran escala- el esplendor de lo insignificante, que deviene en materia prima conceptual y narrativa para este cineasta local. 

Por sencillo que parezca tomar una cámara para grabar una película con fragmentos de la cotidianidad –en la línea de la aclamada democratización tecnológica- es el método de la Fundación Fellini el que adquiere una silueta en cuanto academiza un proceso que podría parecer deliberado, informal e inconsciente. Un método que afirma y contrasta sus inquietudes estéticas en el marco de un panorama saturado de propuestas a grandes rasgos similares, pero que no son más que filmes que incorporan las señas de identidad del cine realista para vender gato por liebre. 


Todas las sombras

Preceptos como el flujo vital, la negativa a ilustrar una idea de manera simple e inmediata, la improvisación en todos los aspectos, la espontaneidad de las interpretaciones –siempre caracterizadas por actores naturales y no profesionales-, la verosimilitud taxativa del relato, la intervención inapreciable de la obra desde cualquier departamento involucrado en su realización, la ausencia de música extradiegética y la sutileza del conjunto configuran el manifiesto de Villa y el de su fundación. Es decir, una disposición del lenguaje cinematográfico que se perfila como un tipo de realización austera, pero de cualidades narrativas y formales competentes. 

Un cine posible, que corrobora hoy más que nunca aquella frase dicha por el cineasta brasileño Glauber Rocha en los años sesenta, en la que aseguraba que para hacer cine solo se necesita una idea en la cabeza y una cámara en la mano. Una manera de proceder que, sin duda, ofrece también margen para la disidencia (el vapuleo injustificado de Villa hacia el cine hollywoodense como coartada que exalta su sensibilidad), pero que en últimas se antoja como reverso estimulante de aquella idea que promulga que dedicarse al cine es solo para los ‘hijos de papi’.

@elrodelo

*Andrés Rodelo(1988): nació en Ciudad Bolívar, Antioquia. Estudió periodismo en la Universidad de Manizales, donde descubrió su amor por el cine mientras coordinaba el Cineclub Cinéfagos. Escribe para medios como la revista Kinetoscopio, la Revista Online Ocho y Medio y el suplemento cultural Papel Salmón, del diario manizaleño La Patria. Coordina el Cineclub Estúpido de Manizales. En enero de 2013 participó en el VII Taller de Crítica Cinematográfica del Festival de Cine de Cartagena, en el que fue distinguido con la publicación de una crónica suya en el diario del certamen. Dirige también el programa radial Cinerama, de la Gobernación de Caldas. @elrodelo

jueves, 6 de marzo de 2014

No sólo de paz vive el hombre

Por: Francisc Lozano*



En Colombia hemos vivido la guerra desde la llegada misma de los europeos en 1492, y posiblemente mucho antes nuestros indígenas ya se dedicaran a combatir entre ellos por las mejores tierras, el culto a sus dioses, e incluso las mujeres de sus tribus. La violencia no es un hecho reciente. Sin embargo, sí es una realidad actual la del crecimiento del conflicto interno, el cual ha sido protagonizado por las fuerzas militares y policiales, las guerrillas, los paramilitares, los narcotraficantes, y más recientemente por bandas criminales interesadas en tomar los territorios que han dejado los otros grupos ilegales. 

Este conflicto, que ya llega a una existencia mayor a los 50 años, ha tenido un personaje principal que nunca quiso ser su protagonista: la población civil. De todas las partes involucradas en el conflicto, la población civil ha sido la más afectada. En los últimos treinta años, el número de víctimas del conflicto armado colombiano ha llegado a la abrumadora cifra de seis millones cuarenta y tres mil cuatrocientas setenta y tres (6.043.473) personas, según Semana. Aunque parezca irrelevante hablar de este tema a días de las elecciones parlamentarias, es importante saber que este Congreso puede tener en sus manos la paz que por siglos nos ha sido esquiva, y que su influencia podría cambiar nuestra historia para siempre. 

Por otro lado, aclaro que como todos los colombianos que hemos nacido en las últimas cinco décadas, nunca he visto a mi país en paz, y que apoyo con todas mis fuerzas el proceso de diálogo que se está llevando a cabo en Cuba entre los miembros del gobierno y de las Farc. Sin embargo, es erróneo suponer que a partir de la firma de un acuerdo entre el gobierno y la guerrilla, nuestro país se transformará automáticamente en un remanso de armonía. Ese acuerdo sería un primer paso para alcanzar la anhelada paz, pero no lo es todo. 

Durante los últimos meses del año 2013 y los primeros de este año, el país ha visto la postulación de candidatos para ocupar todos los cargos públicos que quedarán vacantes con la probable salida de los actuales congresistas y el posible cambio de la administración presidencial. Una de las principales propuestas que hemos escuchado a una gran parte de los aspirantes a todos esos cargos públicos ha sido que “quieren gobernar para alcanzar la paz”. El lema de la mayoría es la paz, y aunque eso demuestra que el país quiere detener este derramamiento insensato de sangre, los colombianos deben preocuparse. Lo primero que hay que decir es que el Congreso de la República está dividido en comisiones, y que no todas las comisiones tienen competencia en el desarrollo de los diálogos que se llevan a cabo en Cuba. Lo segundo es que la paz no se alcanzará con la firma de un acuerdo con las Farc. Además de eso, el país deberá crear procesos de diálogo con el ELN, los paramilitares, los narcotraficantes, las bandas criminales y, lo más importante, con la población civil. Por extraño que parezca, la paz duradera provendrá del pueblo más que de los grupos irregulares y las fuerzas militares o los poderes ejecutivo, judicial y legislativo. Sólo es necesario revisar la historia del país, y descubriremos que el origen de la guerra es la desigualdad, por eso sólo un estado con igualdad nos dará la paz. 

Ahora bien, volviendo al tema de las campañas políticas, es fundamental tener en cuenta que además de la disponibilidad para conformar la paz, se necesitan planes estructurados para lograrla. Más que oír decir “yo quiero hacer la paz”, se necesita escuchar: “Estos son mis planes para lograr una paz verdadera y de larga duración”. Esa es la tarea de nuestros gobernantes y la tarea de cada uno de nosotros es construir la paz desde nuestros entornos. Que no nos salgan con ideas insulsas; que nos hablen de planes y de proyectos alcanzables, no de promesas. 


¿CÓMO LOGRAMOS LA PAZ REAL? 

Sin ánimo de sonar a un sabelotodo, intuyo que la paz provendrá de un proceso de planeación a largo plazo en el que nuestros gobernantes tienen un papel protagónico. Hablo de un proyecto de gobernaza, de un uso adecuado y eficaz de las herramientas y recursos gubernamentales para lograr un país más igualitario, de una visión que se imagine a Colombia libre de los problemas que hoy aquejan a los colombianos, y de cómo lograr que eso pase de ser un sueño y se convierta en una realidad. Entendamos que no sólo de paz vive el ser humano, y que la paz provendrá de la ejecución de buenos planes en vivienda, educación, alimentación, empleo digno y su correspondiente remuneración, desarrollo ambiental y urbano sostenibles, igualdad de oportunidades, infraestructura, salud, justicia, igualdad de derechos para todos los colombianos, economía, política, régimen tributario, régimen pensional, respeto a la diferencia, reformas agrarias, planes de desarrollo agrícola e industrial que incluyan a todos, una solución viable al problema de los cultivos ilícitos y muchos otros asuntos. La verdadera paz sólo existirá cuando todas las cosas anteriores mejoren. Así que hagamos nuestro trabajo: construyamos paz día a día, y exijámosle a nuestros gobernadores que hagan su trabajo y trabajen para que este país sea un lugar mejor.

*Francisc Lozano (1988): administrador de empresas de la Universidad Nacional de Colombia

viernes, 14 de febrero de 2014

Consideraciones antes de votar en blanco

Por: Francisc Lozano

Todas las sombras, Consideraciones antes de votar en blanco. Fuente: https://todaslassombras.blogspot.com.co/2014/02/consideraciones-antes-de-votar-en-blanco.html

Estimado compatriota: al igual que usted estoy indignado por la forma en que los políticos corruptos se roban nuestros impuestos y los usan para asegurar su reelección, la aprobación de una reforma nociva para los colombianos, mejorar su imagen, evitar que su familia sea acusada de delitos, aliarse con grupos ilegales y otras actitudes que no alcanzo a describir en este documento. 

Creo en la democracia y algunos de sus elementos distintivos, entre ellos la figura del voto en blanco, cuya creación obedece al derecho de los ciudadanos a demostrar su desacuerdo con los candidatos inscritos. Si uno no encuentra una buena opción entre los aspirantes a ocupar un cargo, debe poder ejercer su derecho al voto y, al mismo tiempo, demostrar que ninguno de los candidatos le satisface en su deseo de tener un país mejor. 

Infortunadamente, el voto en blanco no es tan fantástico como algunos pretenden hacernos creer. Lo primero que hay que entender respecto del voto en blanco es que sólo puede ganar una vez. ¿Cómo es eso? La respuesta es clara: el Acto Legislativo 1 de 2009 establece que toda elección en la que resulte ganador el voto en blanco, deberá repetirse sólo una vez, y enfatiza que “tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las de Corporaciones Públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral”. Eso quiere decir que, en caso de que gane el voto en blanco en las elecciones presidenciales, no contaremos con los mismos candidatos para las segundas elecciones, pero no existe la misma restricción en las parlamentarias, asambleas departamentales y concejos municipales. Allí el sistema es otro: repetir la elección quitando a quienes no hayan alcanzado una cantidad determinada de votos. Resulta que, como usted es colombiano, sabe que los partidos de siempre van a alcanzar el umbral, porque tienen maquinaria y ‘mermelada’ para untar a todo el mundo. Pero supongamos que no alcanzan el umbral, y el voto en blanco se sobrepone, piense, dice Camilo Acosta: ¿“quién tiene la plata y la maquinaria política para conformar una nueva lista en diez días… los de siempre… [u] otros nuevos”? La Corte Constitucional se pronunció en el 2011 respecto a este acto legislativo, y aclaró que “la mayoría necesaria para repetir la elección es mayoría absoluta, es decir el 50% más 1 de los votos válidos”

Así las cosas, y aunque las encuestas muestren la favorabilidad que lleva el voto en blanco (casi del 25%), parece imposible que la iniciativa supere el total de 7’382.181 votos para los comicios presidenciales y los 6’600.000 votos para las elecciones parlamentarias, esto es si tuviésemos la misma cantidad de electores del año 2010 (ver datos). ¿Usted cree que tanta gente votará en blanco? Yo no porque siempre habrá bultos de cemento, ladrillos, tejas, cuadernos, plata, promesas de empleo y lechona de por medio. Además, ¿de dónde aparece esa torpe conclusión de que votando en blanco lograremos tener candidatos más decentes? Las premisas de esta conclusión son falsas, votar en blanco no necesariamente implica tener mejores candidatos para las elecciones. Piense algo más, ¿quiénes tienen acceso a la información para sentirse indignados con la actuación de los políticos corruptos? Ciertamente no el capital electoral de los politiqueros tradicionales. ¿Y qué pasará con los políticos honestos si usted vota en blanco? No podrán representar los intereses de los colombianos porque no pasarán el umbral electoral. En la elección para Congreso de la República contaremos con 2.408 candidatos y, entre senadores y representantes a la cámara, hay 268 vacantes, ¿será imposible encontrar 268 personas honestas entre 2.408 inscritos? Véalo de esta forma: necesitamos que de esos aspirantes, el 11% sean honestos. Pero seamos pesimistas: pensemos que 68 corruptos se nos van a colar. Aun así, con 200 colombianos responsables habremos ganado muchísimo, y podremos saber quiénes son los 68 corruptos. Para lograr esto sólo necesitamos saber por quién votar. Leamos los programas, escuchemos lo que otros tienen para decir sobre los candidatos, y después decidamos. Juan Lewin, Laura Ardila y Andrés Bermúdez han colaborado en la elaboración de una herramienta que puede ser útil en este proceso de selección de buenos candidatos. Por favor visite esta página web: http://lasillavacia.com/content/estos-son-los-candidatos-al-senado-46581.

Algo que no se nos puede escapar: los costos. El Espectador publicó el año anterior un artículo sobre el presupuesto del 2014, allí asegura que por cuenta de las elecciones, los colombianos pagaremos 871.000 millones de pesos. Cabe decir que para ese momento no se había presentado la sanción de la Procuraduría al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y que no se había aceptado su proceso de revocatoria por parte de la Registraduría Nacional. En el presente, con el tema de la revocatoria (que algunos calculan en 40.000 millones de pesos), estamos hablando de 911.000 millones, casi un billón de pesos. Entonces piense en este escenario: gana el voto en blanco en todas las elecciones. Ahora pregúntese: ¿de dónde va a salir la plata para los segundos comicios? De su bolsillo. Pero además hay otros costos que no podemos calcular con tanta facilidad: el costo de dejar a sus hijos en casa mientras se va a votar, y el costo ambiental (transporte, papel). En 1992, la Registraduría Nacional compró 900 toneladas de papel para realizar los tarjetones de las elecciones parlamentarias y presidenciales . Hoy en día tenemos un censo electoral de más de 30 millones de personas, con lo cual la cantidad de toneladas de papel debería ser mucho mayor, pero supongamos que es de 900. Novecientas toneladas de papel equivalen más o menos a 13.500 árboles talados. Cada árbol produce cerca de 50 kilogramos de oxígeno al año y elimina la misma cantidad de kilogramos de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Eso significa que tendremos 675 toneladas menos de oxígeno para respirar y 675.000 kilogramos más de CO2 para contribuir al calentamiento global. ¿Y qué pasa si repetimos las elecciones? El panorama se ve mucho peor, ¿no? 

Estimado compatriota, la forma más eficaz de castigar a los corruptos es darle el voto a los no corruptos. Le recomiendo lo siguiente: interésese por tres candidatos que le llamen la atención, si no le convencen después de leer sus propuestas, busque a otros. Si después de ese proceso quiere votar en blanco, hágalo, pero hágalo conscientemente

miércoles, 15 de enero de 2014

¿El dinero te hace malvado?

Por: Paul Piff*

¿El dinero te hace malvado?, Todas las sombras

Quiero que, por un momento, piense en jugar un juego de Monopoly. Excepto que en este juego esa combinación de destreza, talento y suerte que le ayuda a triunfar en los juegos, como en la vida, se ha vuelto irrelevante, porque este juego ha sido arreglado y usted tiene la ventaja. Tiene más dinero, más oportunidades de moverse por el tablero, y más acceso a los recursos. Y mientras piensa en esa experiencia quiero que se pregunte: "¿cómo esta oportunidad de ser un jugador privilegiado en un juego arreglado cambia la forma en que pienso de mí mismo y respecto al otro jugador?"

En el campus de la Universidad de California en Berkeley hicimos un estudio para revisar exactamente esa pregunta. Trajimos al laboratorio más de cien pares de desconocidos y con el lanzamiento de una moneda asignamos aleatoriamente a uno de los dos para que fuera el jugador rico en el juego arreglado. Tenían dos veces el dinero del otro. Al pasar por el principio recogían el doble del salario, y podían tirar dos dados en vez de uno, así que podían moverse por el tablero mucho más. En el transcurso de quince minutos vimos a través de cámaras ocultas lo que sucedió. 


¿El dinero te hace malvado?, Todas las sombras

Los jugadores se dieron cuenta con rapidez que algo pasaba. Una persona claramente tiene más dinero que la otra, y aun así, conforme el juego se desarrollaba, aparecieron diferencias notables, diferencias dramáticas entre los dos jugadores. El jugador rico comenzó a moverse con estruendo alrededor del tablero, literalmente golpeando con su pieza mientras se movía. Encontramos, con mayor probabilidad, signos de dominación y gestos no-verbales, muestras de poder y celebración entre los jugadores ricos. A un lado de la mesa teníamos un tazón de pretzels. Eso nos permitía observar el comportamiento de consumo de los participantes. Así que contamos cuántos pretzels se comían los participantes. 

De acuerdo, sin sorpresas, la gente nos descubrió. Se preguntaban, para empezar, qué hacía allí ese tazón de pretzels. Uno incluso preguntó si el tazón de pretzels era un truco. Y aún así, a pesar de eso, la fuerza de la situación parece dominar inevitablemente, y aquellos jugadores ricos comenzaron a comer más pretzels. 

Y mientras el juego continuaba, uno de los patrones realmente interesantes y dramáticos que observamos comenzó a hacerse evidente, los jugadores ricos empezaron a ser rudos con la otra persona, cada vez menos y menos sensibles hacia la situación de esos otros pobres, pobres jugadores, y más y más ostentosos de su éxito material, más propensos a exhibir qué tan bien lo estaban haciendo. 

Aquí está lo que pienso es de verdad interesante. Al final de los quince minutos, le pedimos a los jugadores que nos contaran su experiencia durante el juego. Y cuando los jugadores ricos contaban por qué inevitablemente habían ganado en este juego arreglado de Monopoly, hablaban de lo que habían hecho para comprar las diferentes propiedades y ganarse su éxito en el juego, y se volvieron mucho menos conscientes de todas esas características especiales de la situación, incluyendo el lanzamiento de moneda que, aleatoriamente, los había colocado en la posición privilegiada. Y esa es una increíble perspectiva de cómo la mente le da sentido a la ventaja. 

Este juego de Monopoly puede usarse como una metáfora para entender a la sociedad y su estructura jerárquica, donde algunas personas poseen mucha riqueza y estatus, y muchos otros no. Tienen mucha menos riqueza, mucho menos estatus y mucho menos acceso a los recursos valiosos. Y lo que mis colegas y yo hemos estado haciendo por los últimos siete años es estudiar los efectos de esta clase de jerarquías. Lo que hemos venido encontrando en docenas de estudios y miles de participantes en todo el país es que, mientras la riqueza de una persona crece, sus sentimientos de compasión y empatía decrecen, y la sensación de que tiene derecho, de que es merecedor, y su ideología y egoísmo se incrementan. Mediante encuestas encontramos que son los individuos más ricos los más propensos a moralizar la codicia como algo bueno y que la búsqueda del propio interés es favorable y moral. Lo que quiero hacer hoy es hablar acerca de algunas de las implicaciones de esta ideología egoísta. Hablar sobre por qué deben importarnos estas consecuencias y concluir con qué puede hacerse al respecto.

Algunos de los primeros estudios que hicimos en esta área revisaban el comportamiento de ayuda, lo que algunos psicólogos sociales llaman comportamiento pro-social. Estábamos muy interesados en quién es más propenso a brindar ayuda a otra persona, alguien que es rico o alguien que es pobre. En uno de los estudios reunimos miembros ricos y pobres de la comunidad en un laboratorio y le dimos a cada uno el equivalente a 10 dólares. Les dijimos que podían quedarse con estos 10 dólares, o podrían compartir una parte, si querían, con un desconocido totalmente anónimo. Ellos nunca se verían con el desconocido y el desconocido nunca sabría quiénes son ellos. Y monitoreamos cuánto la gente daba. Quienes ganaban 25.000, a veces menos de 15.000 dólares al año, dieron 44% más de su dinero al desconocido que gente que ganaba 150.000 o 200.000 dólares al año. 

Pusimos a gente a jugar para ver quién es más o menos propenso a hacer trampa para incrementar sus probabilidades de ganar un premio. En uno de los juegos incluso arreglamos una computadora para que al tirar los dados fuera imposible obtener un número sobre una puntuación determinada. No podías obtener más de 12 en este juego y aun así, entre más rico eras, mayor era la probabilidad de que hicieras trampa para obtener créditos de cara a un premio de 50 dólares, a veces hasta tres o cuatro veces más probable. 

Condujimos otro estudio donde observamos si la gente se inclinaba a tomar dulces de un frasco que explícitamente identificamos como reservado para niños. No estoy bromeando. Sé que suena como si estuviera contando un chiste. Les dijimos explícitamente a los participantes que este era un frasco de dulces para niños participantes en un laboratorio de desarrollo cercano. “Están en los estudios. Esto es para ellos”. Entonces monitoreamos qué tantos dulces tomaban. Los participantes que se sentían ricos tomaban el doble de dulces que los participantes que se sentían pobres. 

Incluso estudiamos los carros. No cualquier carro, sino si los conductores de distintos tipos de vehículos son más o menos propensos a romper la ley. En uno de estos estudios, observamos si los conductores se detenían ante un peatón que colocamos esperando a cruzar la calle. En California, como todos saben, porque estoy seguro que todos lo hacemos, es Ley detenerse ante un peatón que espera para cruzar. Aquí tenemos un ejemplo de cómo lo hicimos. 


¿El dinero te hace malvado?, Todas las sombras

Ese es nuestro cómplice a la izquierda posando como peatón. Se acerca mientras el camión rojo se detiene con éxito. En la manera típica de California es sobrepasado por el autobús que casi atropella a nuestro peatón. Aquí tenemos un ejemplo de un carro más costoso, un Prius, siguiendo derecho y un BMW haciendo lo mismo. Así que hicimos esto con cientos de vehículos, durante varios días, registrando quién se detenía y quién no. Lo que encontramos es que mientras el precio de un carro se incrementa, la tendencia del conductor a romper la Ley también lo hace. Ninguno de los carros en nuestra lista de los menos costosos rompió la Ley. Cerca del 50% de los carros en nuestra categoría de los más costosos rompió la Ley. Hemos hecho otros estudios y encontrado que los individuos ricos son más propensos a mentir en las negociaciones y apoyar conductas contra la ética en el trabajo, como robar dinero de la caja registradora, aceptar sobornos, mentir a los clientes. 

¿El dinero te hace malvado?, Todas las sombras

No pretendo sugerir que son sólo las personas ricas las que muestran este patrón de comportamiento, para nada. De hecho, creo que todos en nuestro día a día, en nuestras vidas minuto a minuto, luchamos con estas motivaciones en competencia de cuándo, o si, ponemos nuestros intereses por encima de los de otras personas. Y eso es comprensible porque el Sueño Americano es una idea en la cual todos tenemos una oportunidad igual de tener éxito y prosperar, siempre que nos esforcemos y trabajemos duro, y una parte de esto significa que, algunas veces, uno necesita poner sus propios intereses por encima de los intereses y el bienestar de quienes lo rodean. Pero lo que estamos encontrando es que, entre más rico eres, también eres más propenso a perseguir una visión de éxito personal, de logro y realización, en detrimento de otros a tu alrededor. 

¿El dinero te hace malvado?, Todas las sombras

Aquí he trazado para ustedes el ingreso medio de los hogares recibido por cada quinta parte y el cinco por ciento superior de la población, durante los últimos 20 años. En 1993 las diferencias entre los quintiles de la población, en términos de ingreso, son relativamente notorias. No es difícil distinguir que hay diferencias. Pero en el transcurso de los últimos 20 años esa diferencia notoria se ha convertido en un Gran Cañón de clases entre los de arriba y todos los demás. De hecho, el 20% superior de nuestra población posee cerca del 90% de la riqueza en este país. Estamos ante niveles de desigualdad económica sin precedentes. Lo que esto significa es que la riqueza no sólo se ha venido concentrando en las manos de un selecto grupo de individuos, sino que el Sueño Americano se está volviendo cada vez más inalcanzable para una creciente mayoría de nosotros. Y si este es el caso, como hemos venido encontrando, que entre más rico seas te sientes con más derecho a esa riqueza, y es más probable que le des prioridad a tus intereses por encima de los intereses de otras personas, y que estés dispuesto a hacer cosas para servir a ese egoísmo, entonces no hay razón para pensar que esos patrones cambiarán. De hecho, hay muchas razones para pensar que sólo está empeorando, y así es como se vería si las cosas mantuvieran el mismo crecimiento lineal otros 20 años. 

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La desigualdad económica es algo por lo que todos deberíamos preocuparnos, y no sólo por aquellos en el fondo de la jerarquía social, sino porque a los individuos y grupos con mucha desigualdad económica les va peor, no sólo a los del fondo, a todos. Hay una gran cantidad de investigaciones convincentes, provenientes de los mejores laboratorios en todo el mundo, que muestran la variedad de asuntos que se deterioran mientras la desigualdad económica empeora. Movilidad social, cosas que realmente nos importan, salud física, confianza social, todo empeora mientras la desigualdad aumenta. De forma similar, las cosas negativas en los colectivos sociales y las sociedades, asuntos como la obesidad, la violencia, el encarcelamiento y el castigo, se exacerban con el aumento de la desigualdad económica. De nuevo, estos son resultados no sólo experimentados por unos pocos, sino que repercuten en todos los estratos de la sociedad. Incluso la gente en la parte superior experimenta estos efectos.

¿El dinero te hace malvado?, Todas las sombras

Entonces, ¿qué hacemos? Esta cascada de efectos perniciosos y negativos que se perpetúan a sí mismos puede parecer algo salido de control, y no parece haber nada que, como individuos, podamos hacer al respecto. Pero, de hecho, hemos venido encontrando en nuestra propia investigación de laboratorio, que pequeñas intervenciones psicológicas, pequeños cambios en los valores de las personas, pequeños empujones en ciertas direcciones pueden restaurar niveles de igualdad y empatía. Por ejemplo, recordar a la gente los beneficios de la cooperación, o las ventajas de la comunidad, hace que los individuos ricos sean tan igualitarios como los pobres. En un estudio hicimos que la gente mirara un breve vídeo, de solo 46 segundos, acerca de la pobreza infantil. Servía como un recordatorio de las necesidades de otros en el mundo alrededor de ellos. Y después de ver el vídeo, observamos qué tan dispuesta estaba la gente a ofrecer su tiempo a un extraño en apuros que se les presentó en el laboratorio. Una hora después de ver el vídeo las personas ricas se habían vuelto tan generosas con su propio tiempo para ayudar a otra persona, un extraño, como alguien pobre, sugiriéndonos que estas diferencias no son innatas, ni categóricas, sino susceptibles a ligeros cambios en los valores de las personas, y pequeños empujones de compasión y golpes de empatía. 

Más allá de las paredes de nuestro laboratorio, estamos empezando a ver signos de cambio en la sociedad. Bill Gates, uno de los individuos más ricos de nuestra nación, en su discurso de graduación de Hardvard habló sobre el problema que enfrenta la sociedad con la desigualdad como el reto más intimidante, y habló sobre qué debe hacerse para combatirla, diciendo: "los mayores avances de la humanidad no están en sus descubrimientos, sino en cómo estos descubrimientos se aplican para reducir la iniquidad". Y allí está la Giving Pledge, en la cual más de 100 de los individuos más ricos de nuestra nación se han comprometido a donar la mitad de sus fortunas a la caridad. Y está el surgimiento de docenas de movimientos, como We are the One Percent, Resource Generation, o Wealth for Common Good, en los cuales los miembros más privilegiados de la población, miembros del uno por ciento y otros lugares, personas ricas, están usando sus propios recursos económicos, adultos y jóvenes por igual. Eso es lo que más llama mi atención, están aprovechando sus propios privilegios, sus propios recursos económicos, para combatir la desigualdad mediante la promoción de políticas sociales, cambios en valores sociales y cambios en el comportamiento de las personas. Trabajan en contra de sus propios intereses económicos, pero pueden terminar restaurando el Sueño Americano.

*Paul Piff: psicólogo social e investigador de post-doctorado en la Universidad de California en Berkeley

Traducción al español: David Quiceno

sábado, 11 de enero de 2014

Violencia y crecimiento económico

Por: Francisc Lozano*

Violencia y crecimiento económico, Todas las sombras

Para nadie es un secreto que en nuestro continente países como Brasil, Chile, Costa Rica, Panamá, Perú y Colombia han tenido un crecimiento económico positivo en los últimos 10 años (alrededor de 3% anual). Claro está que ninguno ha alcanzado tasas tan impresionantes como las de China, sin duda alguna el campeón mundial del crecimiento económico de la primera década del siglo XXI, llegando a superar el 10%. En Latinoamérica, aunque la cifra no es tan alta, se ha sostenido a pesar de la crisis que afectó al mundo en 2008, y que hoy tiene quebrada a Grecia, y en jaque a otras economías como la española, la portuguesa, la italiana e incluso la francesa. Según la Cepal, “el desempeño económico y social de la región en el cuatrienio 2003–2006 ha sido el mejor de los últimos 25 años”. Esas noticias son sólo en parte alentadoras. La razón es simple: el crecimiento económico y el desarrollo son dos elementos muy diferentes. Mientras el primero habla de cómo crece el PIB, el segundo trata de cómo ese crecimiento ayuda a construir una sociedad más avanzada en términos económicos y sociales. China, que viene creciendo sin parar hace más de diez años, hasta 2009 registró aumentos en sus índices de desigualdad económica –Gini: 0,49. (Ver cifras). Pero ha logrado reducirlos de forma consecutiva los últimos tres años, al contrario de Colombia –Gini: 0,539. (Ver cifras)

Ahora bien, los indicadores de violencia son muy diferentes a los económicos, pero mantienen una tendencia relativa: también están creciendo. De acuerdo con un artículo de Sandro Pozzi publicado en El País, “el último informe de desarrollo humano refleja con nuevos datos cómo el crimen y la violencia impactan en la región. Hay un dato que visualiza la dimensión de un problema en aumento: más de 100.000 asesinatos al año [en América Latina]

La violencia es de muchos tipos y tiene diversos orígenes; a diario aparece en nuestras casas, calles y plazas. A través de las noticias nos hemos convertido en sus fieles seguidores y ahora cualquier tipo de televisión que se pretenda de alto impacto tiene que exhibirla. Lo demuestran los estudios sobre audiencia, los programas más vistos en Colombia son Sin tetas no hay paraíso, El capo, Escobar: el patrón del mal, Tres caínes o Alias el mexicano. Lo malo no es la violencia en sí, que por naturaleza hace parte del mundo, sino dedicarnos a este tipo de banalización sin ser eso que las advertencias de los programas televisivos tanto piden: un adulto responsable. Y es que, para esto, se requiere por lo menos de una buena educación. Aquí está el meollo del asunto, en la posibilidad de alimentarnos y discernir lo real de lo irreal, lo practicable de lo condenable. No sólo en televisión, sino también con nuestros padres y amigos, en los colegios y los libros. Y por supuesto con el entorno. Tenemos que dejar a un lado la promoción de la intolerancia en las plazas de toros, la industria alimenticia y farmacéutica. Con suerte y entrando en el debate, nuestro siglo XXI verá la desaparición de los machistas, las grescas en los deportes, los políticos enfurecidos (“le voy a dar en la cara…”) y los académicos agarrándose a golpes (García Márquez y Vargas Llosa en el 76). 

Pero me voy perdiendo. Decía que el crecimiento económico se refiere al aumento del PIB de una región, pero también que vivimos en un continente en el que predominan la iniquidad y la desigualdad. El País establece que de los 15 países más desiguales del mundo, 10 están en América Latina. Pese a los esfuerzos por reducir la brecha entre ricos y pobres, es evidente que los unos cada vez son más ricos, y los otros cada vez más pobres. 

A veces, con trampas estadísticas, quieren hacernos creer lo contrario. En Colombia, entre 2010 y 2011, la pobreza sufrió una reducción del 7%. ¿Cómo se obró semejante milagro? En una jugada digna de Harry Houdini, el DANE y la Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad (Mesep) cambiaron la metodología para medir la pobreza. Hoy, para que a un colombiano se le considere pobre tiene que recibir menos de $197.400 pesos al mes, es decir, 101 USD. Como resultado, del 44% de pobres que había en 2010 (sin contar los que viven en la pobreza extrema); en el 2011 pasamos a un 37%. “Súbitamente 3’200.000 colombianos dejaron de ser pobres”, dice Santiago Buendía

¿Cuál, entonces, es la relación entre la violencia y el crecimiento económico? Resulta compleja, pero aventuremos una hipótesis. Es cierto que las economías latinas han crecido durante los últimos años, sin embargo, también lo ha hecho la concentración de riqueza. Y en Colombia, dice la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional: “a mayor violencia, mayor concentración de tierra”. La relación también parece funcionar en sentido inverso. Por eso, si nos dicen que creció la economía colombiana, tenemos que pensar, no en que la población disfruta de mayores beneficios, sino que un puñado de millonarios lo son más que ayer. El crecimiento económico no asegura el bienestar de las personas, menos en un país que se cataloga segundo en desigualdad de América, sólo superado por Haití. Entre menos igualdad y acceso a la educación de calidad, mayor violencia habrá porque el hambre no tiene decencia y no es educado.

*Francisc Lozano (1988): administrador de empresas de la Universidad Nacional de Colombia

viernes, 10 de enero de 2014

Los magnates

Por: David Barboza*
Los magnates, Todas las sombras

Al final de los noventa, Duan Wehong estaba manejando una constructora de edificios y otras propiedades en Tianjin, la ciudad natal del Primer Ministro (Wen Jiabao) en el norte de China, a través de su compañía Taihong. Estaba en sus veintes y había estudiado en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Nanjing. 

Alrededor del 2002 la señora Duan se metió en negocios con varios parientes de Wen Jiabao, transformando su compañía de propiedad en un vehículo de inversión con el mismo nombre. La compañía ayudó a hacer a la señora Duan muy rica. 

No se sabe si la señora Duan, ahora de 43 años, está relacionada con el Primer Ministro. En una serie de entrevistas, dijo primero que no conocía ningún miembro de la familia Wen, pero luego se describió ella misma como una amiga de la familia y particularmente cercana a Zhang Beili, la esposa del Primer Ministro. Como le pasó a un puñado de otros empresarios chinos, la fortuna de la señora Duan se elevó en la medida en que formó equipo con los parientes de Wen Jiabao y su red de amigos y colegas, aunque describió su relación con ellos –en lo que tiene que ver con las acciones de Ping An- como existente sólo en el papel, sin ningún componente financiero de por medio. 

La señora Duan y otros ricos hombres de negocios –entre ellos seis billonarios de toda China- han sido elementales en hacer despegar empresas multimillonarias y, en tiempos cruciales, ayudando a miembros de la familia Wen a crear vehículos de inversión para beneficiarse, según informan banqueros de inversión que han trabajado con todos ellos. Establecida en Tianjin, Taihong produjo espectaculares dividendos. En el 2002 la compañía pagó 65 millones de dólares para adquirir una participación del 3% en la aseguradora Ping An antes de su oferta pública inicial, de acuerdo con documentos corporativos y la tesis de graduación de la señora Duan. Cinco años más tarde, esas acciones valían 3.700 millones de dólares. 

El afiliado de la compañía en Hong Kong, Great Ocean, también administrada por la señora Duan, más tarde formó una alianza estratégica con el gobierno de Beijing y adquirió un enorme tramo de tierra adyacente al aeropuerto internacional de la capital. Hoy el lugar está ocupado por un centro mixto de carga y logística. El último año Great Ocean vendió su 53% de participación en el proyecto por 400 millones de dólares a una compañía de Singapur. 

Este trato y otras inversiones en hoteles de lujo, desarrollo de villas en Beijing y el BBMG, listado en Hong Kong como una de las más grandes compañías de fabricación de materiales de construcción, han sido elementales para la acumulación de riqueza, de acuerdo a la revisión de documentos corporativos realizada por el New York Times. La revisión también mostró que durante la pasada década ha habido cerca de tres docenas de accionistas individuales de Taihong, muchos de los cuales son o parientes de Wen Jiabao o antiguos colegas de su mujer. 

Los otros ricos negociantes que han trabajado con parientes del Primer Ministro declinaron comentar para este artículo. La señora Duan negó tener vínculos financieros con el Primer Ministro o sus parientes y dijo que sólo estaba tratando de evitar publicidad al listar a otros como los propietarios de las acciones de Ping An. “El dinero invertido en Ping An era completamente mío”, dijo la señora Duan, quien ha fungido como miembro de la mesa de supervisores de Ping An. “Todo lo que hice fue legal”.

Otro rico socio de los parientes de Wen ha sido Cheng Yu-Tung, quien controla el conglomerado New World Development en Hong Kong y es uno de los hombres más ricos de Asia, con un capital de 15.000 millones de dólares según Forbes. 

En los noventa New World estaba buscando un punto de apoyo en China continental para una compañía hermana que se especializa en sofisticada joyería al por menor. La cadena minorista, Chow Tai Fook, abrió su primera tienda en China en 1998. 

El señor Cheng y sus asociados invirtieron en una compañía de diamantes respaldada por los parientes del señor Wen y coinvirtió con ellos en una gama de entidades corporativas, incluyendo Sino-Life, National Trust y Ping An, de acuerdo con documentos y entrevistas con algunos de los involucrados. Esas inversiones del señor Cheng ahora valen al menos 5.000 millones, de acuerdo con documentos corporativos. Chow Tai Fook, la cadena de joyerías, también ha florecido. Hoy China cuenta con el 66%, que rinde 4.200 millones de ganancia anual.

El señor Cheng, de 87 años, no pudo ser conseguido para comentarios. Llamadas hechas a New World Development no fueron contestadas. 


Consecuencias para el Primer Ministro 

Los magnates, Todas las sombras

En el invierno del 2007, justo antes de que comenzara su segundo período como Primer Ministro, Wen Jiabao pidió nuevas medidas para luchar contra la corrupción, particularmente entre oficiales de alta graduación. 

“Líderes de todos los niveles del gobierno deben tomar el liderazgo en la carrera contra la corrupción oficial”, dijo en una reunión de miembros de alto nivel del partido en Beijing. “Deben asegurar que los miembros de su familia, amigos y subordinados cercanos no abusen de la influencia con el gobierno”

Este discurso fue congruente con la anterior campaña del Primer Ministro para endurecer las reglas de revelación para empleados públicos y para exigir a los oficiales veteranos informar sobre sus bienes familiares. 

No se sabe si el señor Wen ha hecho tales revelaciones sobre su propia familia, puesto que el Partido Comunista no entrega tal información. Todavía más, muchas de las propiedades encontradas por el New York Times no necesitarían ser reveladas puesto que no están a nombre de la familia inmediata del Primer Ministro, esto es: esposa, hijo e hija. 

Ochenta por ciento de los 2700 millones de dólares en bienes identificados en la investigación del Times y verificados por auditores externos estaban a nombre, entre otros, de la madre del Primer Ministro, su hermano menor, dos cuñados, una cuñada, una hijastra y parientes de la esposa de su hijo, ninguno de los cuales cae dentro de las reglas de revelación del Partido. El valor total de la participación de parientes en Ping An está basado en cálculos del Times, que fueron confirmados por los auditores. El total incluye acciones a nombre de los parientes hasta que fueron vendidas entre el 2004 y el 2006, y el valor del remanente de acciones en 2007, la última vez que fueron reveladas al público. 

Expertos legales dijeron que determinar el valor preciso de las acciones en China puede ser difícil porque es posible que exista un lado no revelado sobre quiénes son los verdaderos beneficiarios. 

“Estructuras corporativas complejas no son necesariamente tramposas”, dijo Curtis J Milhaupt, un profesor de leyes de la Universidad de Columbia, quien ha estudiado las estructuras de los grupos corporativos chinos. “Pero en un sistema como el de China, donde la propiedad corporativa y el poder político están íntimamente ligados, compañías subsidiarias o de fachada magnifican las cuestiones de quién posee qué y de dónde vino el dinero”

Entre los inversionistas de las compañías de la familia Wen están asociados de negocios de largo tiempo, anteriores colegas y compañeros de colegio, incluyendo a Yu Jianming, quien asistió a Northwestern con Winston Wen, y Zhang Yuhong, un colega de Wen Jiahong, el hermano menor del Primer Ministro. Los asociados no contestaron las llamadas para pedir comentarios. 

Revelaciones sobre la riqueza de la familia Wen podría debilitarlos políticamente. 

El próximo mes, en el Congreso número 18 de Partido en Beijing, se espera anunciar a una nueva generación de líderes. Pero el proceso de selección ha sido ya golpeado por uno de los peores escándalos políticos en décadas, la caída de Bo Xilai, el jefe del partido en Chongqing, que estaba compitiendo por una alta posición. 

En Beijing, se espera que Wen Jiabao deje su puesto como Primer Ministro en marzo, al final de su segundo período. Analistas políticos dicen que incluso después de dejar el puesto puede permanecer tras bambalinas como una gran fuerza política. Pero documentos que muestran que sus parientes amasaron una fortuna durante su gobierno podrían disminuir su presencia, dijeron los analistas. 

“Esto afectará cualquier poder residual que Wen tenga”, dijo Minxin Pei, un experto en liderazgo chino y profesor de gobierno en el Colegio McKenna en Claremont, California. 

Los defensores del Primer Ministro dicen que él no se ha beneficiado personalmente de los negocios de su parentela y que, incluso, podría no ser conocedor de la magnitud de los mismos. 

En marzo pasado el Primer Ministro dejó vislumbrar que estaba al menos al tanto de los persistentes rumores sobre sus parientes. Durante una conferencia de información televisada nacionalmente insistió en que “nunca persiguió ganancia personal” durante su cargo público. 

“Tengo el coraje de encarar la gente y enfrentar la historia” dijo en una emotiva sesión. “Hay personas que apreciarán lo que he hecho, pero también muchos me criticarán. Después de todo, la historia tendrá la última palabra”.


Fuente: The New York Times 
Traducción al español: Fernando Libreros

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*David Barboza: corresponsal del New York Times en Shanghái, ganador del Premio Pulitzer 2013 a mejor reportaje internacional