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miércoles, 31 de enero de 2018

A la Memoria de Lina

Por: Francisc Lozano*

Lina amaba reír, bailar y escuchar música. Lina era también, y ante todo, una soñadora: soñaba con ayudar a su familia, soñaba con ayudar a la gente a construir sus hogares, soñaba con transformar la vida de la gente que se beneficiaba de los proyectos inmobiliarios  que ella ayudó a construir, soñaba con un mundo mejor,  soñaba con un planeta en el que la gente, especialmente las mujeres y los niños, pudiera caminar por el mundo sin miedo...



                           Lina Carabalí. Fotografía tomada de Facebook.

Hacer un homenaje es una labor difícil. Siempre existe el riesgo de cometer errores al interpretar o intentar describir alguna circunstancia o evento que se compartió con la persona o el grupo de personas objeto del homenaje. Cuando quien recibe el homenaje ya no se encuentra con nosotros, la labor es aún más compleja.  Espero que las palabras que escribiré para honrar la memoria de Lina Rocío Carabalí Covaleda le hagan justicia a la persona que era ella.

Lina Carabalí era una mujer  con una sonrisa inolvidable. Nació en Neiva, Colombia. Era la hija mayor de sus padres. Sus progenitores murieron hace varios años. Su madre, a quien amaba profundamente, falleció hace un par de años después de luchar contra un cáncer que finalmente le arrebató la vida. Lina siempre contaba historias de cómo frecuentemente soñaba con su padre, su adoración, su madre y sus hermanos.

Con muchísimo sacrificio de su familia y de ella misma, Lina logró ingresar y graduarse de la Universidad Nacional de Colombia, en la ciudad de Manizales. Se sentía extremadamente orgullosa de su profesión (la ingeniería civil), de los proyectos que realizó en varios lugares del Huila, de los amigos con quienes compartió y, sobre todo, de sus padres. Cuando su padre falleció, Lina se encontraba recurrentemente con él en sus sueños.  Antes y después de que su madre muriera, Lina se hizo responsable de sus  hermanos menores. Ella  era una heroína de las que no salen en la televisión, pero que mantienen el mundo girando.

Yo tuve el privilegio de conocerla durante mi paso por la universidad. Recuerdo la primera vez que le vi: estábamos en la cafetería, y Lina destacaba entre la gente por su sonrisa, su timidez, su hermoso color de piel y su inocultable belleza. Unos días después le volví a ver, y decidí preguntarle cómo se llamaba y de dónde era. Me imagino que le pareció un hecho rarísimo, pero me alegra haberlo hecho.  Con el paso del tiempo nos seguimos encontrando en la cafetería. Allí hablábamos de nuestras familias, de nuestras carreras y de nuestros sueños. Allí Lina me contó muchas veces cuándo había sido la última vez que había soñado con su papá, qué había ocurrido en el sueño, cómo se encontraban su mamá y sus hermanos, quiénes eran sus amigos cercanos, cuáles eran sus profesores favoritos.

Lina se destacaba, además de por su agudeza intelectual, por sus ganas de ayudar a su familia y a todo aquel que lo requiriese. Sus compañeras de residencia universitaria son portadoras de innumerables recuerdos en los que Lina intentó colaborar de alguna manera con los problemas que les aquejaban. También son sus compañeras de residencia (Antonia Santos) y sus demás amigos quienes merecen gran parte del crédito por la exposición que este horrible crimen ha tenido en los medios de comunicación nacionales y en las redes sociales. Gracias, muchachos. Su lucha es una muestra de amor hacia Lina y hacia la humanidad.

Otra de las facetas que recuerdo es la de cinéfila. Lina era visitante asidua de los cines y le encantaba ver películas de terror. Varias veces vimos películas de terror juntos y, a pesar de que le asustaban, siempre estaba feliz cuando llegaban los ciclos de cine de terror a los canales de películas.

Lina amaba reír, bailar y escuchar música. Lina era también, y ante todo, una soñadora: soñaba con ayudar a su familia, soñaba con ayudar a la gente a construir sus hogares, soñaba con transformar la vida de la gente que se beneficiaba de los proyectos inmobiliarios  que ella ayudó a construir, soñaba con un mundo mejor,  soñaba con un planeta en el que la gente, especialmente las mujeres y los niños, pudiera caminar por el mundo sin miedo; una sociedad en la que  decirle a alguien “no  quiero ser tu novia” o “no quiero volver contigo”, no tenga por qué significar un problema para quien lo dice.  Una sociedad que acepte y abrace la libertad de la gente para poder elegir con quién estar y con quién no.  


                                     Lina Carabalí. Fotografía personal.

No obstante, sus sueños fueron truncados para siempre el pasado 19 de enero. Lina fue brutalmente asesinada porque su antigua pareja no fue capaz de comprender que ella ya no quería estar con él. Por eso, porque es un feminicidio claro, exigimos que las autoridades hagan justicia con quien le arrebató la vida a  nuestra amada Lina. Este tipo tiene que recibir la máxima pena que nuestro sistema penal contemple, no sólo por Lina, sino por todas las demás víctimas de la violencia y la irracionalidad humanas. Así como exigimos #JusticiaParaLina y #FeminicidiosNuncaMás, también exigimos #JusticiaParaTodos y #NiUnaMenos. No podemos permitir que Lina y todas las otras víctimas se conviertan simplemente en una estadística más. Cada número en esos registros de víctimas corresponde a una persona que iluminaba las vidas de quienes le rodeaban, así como Lina iluminaba las nuestras. E infortunadamente sólo nos percatamos de la gravedad de la situación de vulnerabilidad a la que están sometidos nuestras mujeres y nuestros niños, especialmente, cuando es un allegado nuestro el que sufre estas desgracias. Antes de eso, la mayoría de nosotros piensa que "eso sólo pasa en los noticieros"; "que eso sólo le pasa a los demás". Hoy estoy aquí para decir que eso nos puede pasar a todos, y que ese hecho nos tiene que convencer aún más de nuestra obligación de ayudar a las víctimas y de buscar la prevención de nuevas personas sometidas a la irracionalidad y la barbarie humanas. Siempre hay que defender y creerle a la víctima. Ese sencillo paso puede salvar cientos o miles de vidas. 

Creo hablar por todos los conocidos de Lina al decir que aún estamos esperando que la Universidad Nacional de Colombia haga una declaración rechazando rotundamente el atroz acto cometido en contra de Lina, porque no es sólo un crimen en contra de ella, sino de la comunidad universitaria y de la humanidad.

Recordar a Lina como la gran persona que era, ayudar a su familia en lo que podamos, y exigir que en su caso y en el de las otras víctimas se haga justicia, es rendirle un homenaje a su memoria.



Nota: El responsable de nuestra gran pérdida se llama Ánderson Vásquez Mora. No le dedicaré muchas letras porque este es un reconocimiento a Lina y el impacto que su vida tuvo en las nuestras. Para él, y todos los que como él van por el mundo destrozando vidas sin compasión, sólo espero un castigo ejemplar. Y espero que toda Colombia exija lo mismo del sistema judicial.



@Franzlozano


*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Desarrolla artículos de opinión para Todas Las Sombras y Radio Macondo. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano



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