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viernes, 28 de octubre de 2016

Vargas Lleras, el oportunista

Por Francisc Lozano*

Juan Manuel Santos, Germán Vargas Lleras, Todas Las Sombras, Vargas Lleras el Oportunista. Fuente: https://todaslassombras.blogspot.com.co/2016/10/vargas-lleras-el-oportunista.html
Santos y Vargas Lleras. Fuente: i.ytimg.com 

Germán Vargas Lleras es un delfín. Sí, él, Pacho Santos, Juan Manuel Santos, Andrés Pastrana, Simón Gaviria, Juan Manuel Galán, Juan Carlos Galán, y centenares de otros políticos colombianos son delfines. Si alguien no sabe qué quiere decir delfín, en el contexto político colombiano, yo se lo explico: un delfín es una persona que hereda, SÍ, HEREDA, una dignidad política por el sólo hecho de estar relacionado sanguíneamente con otro político de antaño. No son necesarios los méritos propios, sólo se requiere pertenecer a la familia de alguien que ya haya ocupado un cargo político previamente para asegurarse de participar de la política nacional. Así es Colombia.




En el caso de Vargas Lleras, el ‘delfinazgo’ le llegó por ser el nieto de Carlos Lleras Restrepo, presidente del país entre 1966 y 1970.  No digo que Germán no haya hecho méritos para llegar hasta donde ha llegado, no, pero estoy seguro de que todo se le hizo mucho más sencillo cuando la gente oyó su apellido. Aunque parezca una tontería y una insensatez, en Colombia parecemos tener una suerte de monarquía que es, por antonomasia, todo lo contrario a la democracia que supuestamente tenemos. Aquí quien sea hijo, sobrino, hermano, nieto y hasta, ahijado de algún político, tendrá mayores posibilidades de vivir del Estado que cualquier otro colombiano sin esas conexiones familiares.


En el 2002, Vargas sufrió un ataque terrorista, con un libro-bomba, del que fueron responsabilizadas Las Farc. El ataque significó, entre otras cosas, la pérdida de tres dedos de su mano izquierda. Por esa razón, y tal vez otras, era de esperarse que él se opusiera al acuerdo que el Gobierno Nacional logró con esa guerrilla, aunque haya dicho lo contrario en este diálogo con la Revista Semana.  Yo entiendo que a él no le gusten el acuerdo y/o los beneficios que en él se plasman para Las Farc. El problema es que alguien que es vicepresidente no puede ir en contravía de su jefe directo, o al menos no debe expresarlo de manera pública, porque eso da una impresión de separación y desarticulación entre los dos personajes más importantes en la Presidencia de la República. Y esto representa un problema aún mayor, gracias a las modificaciones que desde la llegada de Vargas ha tenido el cargo de vicepresidente: Santos, de quien se dice es un gran jugador de póker, necesitaba asegurar su reelección en el 2014, y en una jugada maestra, se trajo a Vargas para asegurarse los votos de algunos liberales, de algunos uribistas, de algunos peñalosistas, de algunos galanistas y de algunos votantes de muchos otros sectores que ven, o veían, en Vargas Lleras a un digno representante de sus idearios políticos y económicos.


Pero la jugada se le salió de las manos a Santos. Ahora, y desde que inició el diálogo con Las Farc, Vargas ha sido una piedra en el zapato. Y no digo que el vicepresidente sea el único que tenga reparos al acuerdo, sino que es el único, al menos en las altas esferas del ejecutivo, que ha expresado su incredulidad ante el proceso de diálogo. Esa misma incredulidad que tenemos casi todos los colombianos, pero que viniendo del vicepresidente ha erosionando el acuerdo, y ha contribuido a la derrota del mismo en el plebiscito.    Vargas Lleras jugó a mantener los votos del Sí y los del No, los votos de Santos y los votos de Uribe, los votos de Peñalosa y los de Petro. Al no definirse hacia un lado o hacia otro, al no apoyar decididamente las negociaciones y el Acuerdo de La Habana, Vargas intenta asegurarse la Presidencia en el 2018, y a esto ha contribuido Santos con la creación de esa súper vicepresidencia que desde el 2014, él y Germán Vargas decidieron armar.



Ahora bien, en una acción sin precedentes, Germán Vargas no sólo ha decidido oponerse al acuerdo con Las Farc, y pescar en río revuelto, como lo hizo públicamente pocos días después de los resultados del 2 de octubre mostrando sus inconformidades con el acuerdo, sino que ahora llama a la movilización ciudadana en contra de su propia administración. Ayer, jueves 27 de octubre, el vicepresidente estaba entregando viviendas de interés social (este tipo de vivienda y la construcción de vías han sido sus caballitos de batalla para llegar a la Presidencia en las próximas elecciones), e hizo una llamada a la gente a movilizarse en contra de la reforma tributaria que ha sido radicada en el Congreso recientemente porque, dice él que, y probablemente sea cierto, “este nuevo gravamen conduciría a hacer mucho menos atractiva la construcción de vivienda de interés social”; y agregó: “Todos los colombianos que se han beneficiado de este programa salgan [sic] a decirle al Congreso de la República que le ponga más atención a las normas que van a acabar con la política de vivienda de interés social”.  Y no es que yo esté de acuerdo con la reforma tributaria, estoy en contra de la misma. El asunto es que él no puede salir a oponerse a su jefe directo de manera pública sin haberlo discutido previamente con él y con el ministro de hacienda. 



Muchos que apoyen al hoy vicepresidente dirán que no tengo pruebas o que formulo calumnias, pero las pruebas de su actuar son visibles para todo el país y la opinión pública, y es por esas actuaciones y las razones que mencioné previamente, que considero que Vargas Lleras no sólo es un delfín, sino que además es un oportunista.

@Franzlozano


*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano


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lunes, 24 de octubre de 2016

De Yepes a Carlitos Sánchez

Por Francisc Lozano*


Mario Yepes y Carlos Sánchez. Fuente: elespectador.com


Durante muchos años después del mundial del 98, el fútbol de la Selección Colombia estuvo sumido en una especie de oscurantismo que sólo nos dejó tristeza en el ámbito deportivo. Durante 14 años, y con las únicas excepciones del título de La Copa América en el 2001 y de la era de Reinaldo Rueda en la dirección técnica, vimos un fútbol deprimente y sin un objetivo claro. En el transcurso de ese ciclo, que estuvo marcado por la presencia de jugadores talentosísimos como Giovani Hernández y Tressor Moreno, por mencionar dos, Mario Alberto Yepes Díaz fue el faro que alumbraba y comandaba a la Selección Colombiana de Fútbol. Siempre Yepes era figura, siempre Yepes se destacaba. Siempre se pedía que la Selección fuera conformada por once jugadores como Yepes. 


Por esas razones es que creo que Yepes es, en mi humilde y desconocedora opinión, el mejor defensa central de la historia de Colombia. Muchos pueden estar en desacuerdo conmigo, y lo respeto. Pero yo no he visto a un central tan grande como él vestir la camiseta tricolor.  Sin embargo, hoy no vengo a rendirle un homenaje a Mario Alberto, hoy voy a hablar de otro Alberto, de Carlos Alberto Sánchez.


Dije antes que la Selección Colombia estuvo sumida en un caos futbolístico y gerencial de muchos años, y uno de los técnicos que hizo parte de esa era es Jorge Luis Pinto. Durante su dirección de la Selección, el equipo era un mar de táctica y un desierto de talento y de aciertos frente al arco rival. Incontables veces Bustos, un lateral, tuvo que hacer de salvador con jugadas de tiro libre porque nuestros delanteros y volantes eran incapaces de anotar. No obstante, Pinto hizo algo magnífico por la tricolor: halló y trajo a Carlos “La Roca” Sánchez. Recuerdo muy bien que cuando le vi por primera vez vistiendo la camiseta de Colombia, pregunté quién era. Nunca había oído hablar de él, y como casi todos los jugadores desconocidos, no me generaba mucha confianza. Pero desde su primer partido el 9 de septiembre del 2007 contra Perú en Lima, demostró su valía para el equipo nacional.  Han pasado nueve años desde ese momento, y Carlitos parece ser como el buen licor: Entre más añejo, mejor.




Selección Colombia. Todas Las Sombras. Fuente: http://todaslassombras.blogspot.com/2016/10/de-yepes-carlitos-sanchez_46.html
Selección Colombia 2014. Mundial de Brasil. Fuente: torcida.com.ru

Pero no todo ha sido color de rosa en la carrera de Carlitos. Nació en Quibdó hace 30 años y, como muchos otros colombianos sin oportunidades, halló en el fútbol la única salida para transformar su vida y la de su familia. No jugó como profesional en Colombia, sino en Uruguay. Paradójicamente, se destacó como recuperador de balones en una tierra en la que el ser aguerrido y combativo se lleva en la sangre. Sí, se terminó de formar como jugador y se hizo grande en la tierra de la garra charrúa, tal vez es por eso que los uruguayos le quieren tanto y que su compañera, Noelia Polvoria, es uruguaya. En su época complicada en la Selección, fue relegado a la banca cuando Edwin Valencia se mostró solvente, y Pékerman decidió sentarlo. A pesar de eso, “La Roca” volvió y no decepcionó. Gracias, Pinto por traer a Carlitos desde Francia. ¡Qué bien le ha hecho a la tricolor!

En los últimos partidos hemos visto a Carlitos desempeñar una labor titánica: su fuerza, su versatilidad, su talante de ganador, y su capacidad para recuperar y entregar bien la redonda han sido fundamentales para Colombia, y se han visto complementadas por la habilidad natural de Abelito Aguilar para armar jugadas de riesgo con un solo pase y ubicarse en el lugar adecuado en el momento adecuado. 

Carlos Sánchez y Neymar. Brasil vs Colombia. Todas las Sombras. Fuente: http://todaslassombras.blogspot.com/2016/10/de-yepes-carlitos-sanchez_46.html
Carlos Sánchez y Neymar. Fuente: goal.com


Sánchez no tiene el impacto mediático de James o el favoritismo del público que sí tiene Ospina, pero su talento, su liderazgo, su fortaleza en el campo y sobre todo sus ganas de darlo todo por la Selección hacen que yo sienta que Carlitos es el sucesor natural, hoy por hoy, del grandísimo Mario Alberto Yepes Díaz, “El Capitán”.

Lastimosamente las leyendas no juegan para siempre y Mario Alberto ya no viste la tricolor, pero espero que tengamos a “La Roca” Sánchez en este nivel por muchísimos años más.


¡Salud, Carlitos, eres un grande!



@Franzlozano



*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano


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lunes, 17 de octubre de 2016

No leer condena

Por Francisc Lozano*


No Leer Condena. Fuente: https://todaslassombras.blogspot.com.co/2016/10/no-leer-condena.html
Lectura. Fuente: k46.kn3.net


Los colombianos no leemos. Sí, así como lo leen, y por paradójico que resulte porque, tienen que leer este texto para darse cuenta que los colombianos no leemos. Creo que aún era un adolescente cuando la televisión colombiana transmitía un comercial que decía que “leer libera”, y en eso tiene toda la razón: la lectura nos otorga unas bases increíbles e indispensables para entender la realidad y la irrealidad, y entregar juicios mejor fundamentados sobre lo que ocurre o deja de ocurrir en el universo. No importa el campo de acción, la lectura siempre es un arma de construcción masiva.


Pero los colombianos no leemos.  Las estadísticas sobre lectura que entregó Enrique González, presidente de la Cámara Colombiana del Libro, en abril de este año, hablan de un promedio de lectura de 1,9 libros al año por cada colombiano.  Ese dato es escalofriante, y bastaría para replantear muchísimas cosas en el sistema educativo colombiano y en la sociedad. No obstante, la cosa se pone peor. Ese índice no es realmente un índice del nivel de lectura de los colombianos, es un verdaderamente un índice que determina el nivel de compra de libros por los colombianos. Es decir, los colombianos compramos, en promedio, un libro cada seis meses. Y ese dato es aún más espeluznante que el primero.


Y digo que no es un índice de lectura porque para poder saber cuántos libros al año lee un colombiano, tendríamos que enviar a un observador para que se quedara con el colombiano durante un año, y de esa forma pudiera realmente ver cuántos libros lee cada 12 meses, y eso nos representa muchos otros inconvenientes, como saber de esos libros que lee, cuántos realmente entiende. Por eso, sólo podemos contar con estadísticas de compra de libros, y no de lectura.


Hay multitud de excusas por las cuales la gente no lee: el sistema educativo no incentiva el amor por la lectura; las vidas de los colombianos están llenas de muchísimas otras ocupaciones, y leer no resulta muy importante; leer requiere de una preparación previa en la que el leer es fundamental para leer, por complejo que resulte, se requiere de la lectura para aprender palabras que después le ayudarán a uno en  la lectura; las películas, los programas de televisión y las redes sociales lo hacen todo más sencillo, y no es necesario leer, o no tanto. Pero no sólo eso, leer requiere un verdadero esfuerzo. No es sólo tomar un libro y ya, es saber que surgirán  dudas, que el cansancio hará su aparición, que el tiempo de lectura debe estar lleno de tranquilidad y que casi siempre requiere de la soledad.


En el año 2012, en Colombia nos dimos cuenta que ni siquiera para ser Senador de la República se requería leer: a Simón Gaviria, hijo del expresidente César Gaviria, cuando le preguntaron por qué había otorgado su voto de aprobación a una reforma a la justicia que entregaba beneficios indignantes para los congresistas y que maniataba más al resto de colombianos, dio una de las respuestas más insólitas, increíbles, mediocres e imperdonables para una persona de su importancia en la sociedad colombiana, pero que resulta ser una radiografía de la sociedad colombiana: “es que yo no leí el texto de la reforma”.


Pero Gaviria no es el único ejemplo resaltable de la cultura de no lectura de los colombianos: el pasado 2 de octubre, y en los días que le sucedieron, vimos a esta tendencia histórica de nuestra cultura hacerse presente de manera determinante para decidir el futuro de una de las votaciones con mayor peso en la historia de República de Colombia. Los colombianos demostramos nuevamente que leer no es una característica intrínseca de nuestra cultura y que, en gran parte, esa característica le dio el triunfo a una opción que fue apoyada por un conjunto de mitómanos, entre ellos Álvaro Uribe, Ordóñez, Vélez Uribe, Pacho Santos, Óscar Iván Zuluaga y muchos cristianos, que lo único que tuvieron que hacer para acabar con las esperanzas de los que creíamos en la posibilidad de cambio del conflicto a la reconciliación fue confiar en que sus seguidores no iban a leer el Acuerdo de La Habana. Sí, Uribe y el Centro Democrático confiaron en que los colombianos no íbamos a leer, y, por lo tanto, lo único que hicieron fue fraguar una estratagema basada en las mentiras para destruir las esperanzas de construir un país en paz.


No estoy diciendo aquí que todos los que votaron NO, no hayan leído el acuerdo ni que todos los que votamos SÍ, sí lo hayamos hecho. Estoy diciendo que la mayoría de las masas que decidieron los resultados, fue a votar engañada, y que la gran mayoría de las personas engañadas votó NO.


Hay muchas otras razones por las cuales el NO triunfó (leer las columnas: 1 y 2), pero con los resultados de ese día y las declaraciones de Juan Carlos Vélez, Colombia demostró que leer libera, y no leer condena.



@Franzlozano



*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano


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miércoles, 12 de octubre de 2016

Todos Son Desechables para Uribe

Por Francisc Lozano*

Todos son desechables para Uribe. Juan Carlos Vélez y Álvaro Uribe. Fuente: https://todaslassombras.blogspot.com.co/2016/10/todos-son-desechables-para-uribe.html
Juan Carlos Vélez y Álvaro Uribe. Fuente: pbs.twimg


Una noche cualquiera, hace unos 10 años, me encontraba caminando de vuelta a casa después de culminar mi labor en el supermercado local.  En mi recorrido me encontré a mi profesor de inglés y padrino. Él estaba coordinando el descargue y almacenamiento de unas frutas y verduras. Me detuve para saludarle, y me dijo: “Mirá como trabaja de duro ese muchacho”. A esto, yo le respondí: “Sí, lástima que sea un desechable”.  Germán se quedó mirándome fijamente a los ojos y me dijo: “¿Cómo que un desechable? ¿Cómo se puede decir que una persona es un desechable?” Hasta ese momento de mi vida, nunca había pensado en el significado real de una palabra como desechable, y desde ese día, no he vuelto a usar esa palabra para calificar a persona alguna. La razón es sencilla: no creo que una persona se pueda desechar.


Ahora bien, en el contexto político colombiano sí hay alguien que, aunque probablemente no use la palabra, practica la acción de desechar de manera constante. Su nombre es Álvaro Uribe. El senador tiene un modus operandi digno de los grandes capos de la mafia: Al Capone, Luciano y Costello, por ejemplo. Cuando estos personajes necesitaban de alguien, le mantenían en su círculo más cercano y le delegaban funciones que demostraban que era digno de confianza. Una vez estas personas caían en desgracia o ya no eran útiles, desaparecían de esos círculos cercanos. El método de “desaparición” no es relevante en este momento, porque sólo me quiero referir al alejamiento físico que ocurría entre los capos y sus servidores.


Ahora enumeraré algunos de los casos en los que Uribe ha abandonado a su suerte a sus más fieles servidores cuando ya no le han sido de utilidad:

Diego Palacio y Sabas Pretelt se desempeñaron como ministros de Uribe durante su primera administración (2002-2006).  Con el propósito de asegurar la reelección de Uribe para su segundo período, Palacio, Pretelt y Alberto Velásquez “corrompieron” (como dice la sentencia de La Corte Suprema de Justicia) a dos parlamentarios de provincia para que cambiaran su voto y éste fuera favorable a la reelección de Uribe y la modificación ilegal de la Constitución Política de Colombia. Los parlamentarios eran Yidis Medina y Teodolindo Avendaño, quienes también terminaron presos.


Andrés Felipe Arias, el popular ‘Uribito’, ha sido condenado por la justicia colombiana por robarse los fondos del Estado para entregárselos a grandes terratenientes y empresarios del agro con el propósito de que éstos, una vez terminado el segundo período de Uribe, financiaran la campaña a la presidencia de Arias. Este desfalco al erario se llama “Agroingreso Seguro”, pero sólo buscaba un ingreso seguro de dineros a la campaña de Arias. Una vez se destapó el escándalo, Uribe se hizo a un lado y cambió a su sucesor favorito (Arias) por su nuevo sucesor: Santos.


Jorge Noguera, Rito Alejo del Río, María del Pilar Hurtado, Bernardo Moreno, Mauricio Santoyo, Luis Alfonso Hoyos, entre otros, también hacen parte de ese grupo de “buenos muchachos” que acompañaron a Uribe durante sus gobiernos, pero terminaron siendo condenados por narcotráfico, tráfico de influencias, paramilitarismo y otros delitos contra la patria y la población civil. Aunque Uribe sigue diciendo que son “buenos muchachos”, nunca ha sido capaz de confesar que él también estuvo involucrado en esos temas o que, en caso de no haber estado involucrado, esas personas no son buenos muchachos.


No olvidaremos a Mario Uribe, primo del hoy senador, a quien se ha condenado por paramilitarismo y con quien Uribe no ha querido ser ligado, a pesar de que hizo lo posible y lo imposible para que le dieran asilo político en Costa Rica cuando supo que lo estaban investigando por tener vínculos con los paramilitares y las barbaries que estos han cometido.


Pacho Santos, leal escudero del senador, también sabe lo que es recibir la traición de Uribe: en el proceso para elegir el candidato del CD para las elecciones presidenciales del 2014, Uribe urdió una estrategia para dejar por fuera de la contienda a Francisco Santos (primo del presidente) por una sencilla razón: no iba a ser capaz de lograr votos. Uribe impuso entonces a Óscar Iván Zuluaga, “el mejor ministro de hacienda de América Latina”, según dijo una publicación que nadie conoce, pero que, de acuerdo con Zuluaga, era muy importante.


Hemos llegado al 2016, y Uribe mantiene su modo de operación inmodificable: el pasado 5 de octubre, Juan Carlos Vélez dio unas declaraciones a La República en las que contaba lo que ya todos los que votamos SÍ en el Plebiscito sabíamos: que el CD es un nido de mentirosos y criminales, y que habían convencido a los colombianos de votar NO, a través de cientos de mentiras, apelando a la credibilidad que tiene Uribe, y a la incapacidad para leer que define a la mayoría de habitantes del país. Lo importante de las declaraciones es que decían que los que los hemos denunciado teníamos razón. Tras ese escándalo, Uribe le pidió a Vélez que renunciara al partido, y que dijera una mentira más por él, que dijera que todas las verdades que entregó a La República eran mentira y que habían sido sacadas de contexto. Desde ese día Uribe abandonó a su buen muchacho Vélez, y lo abandonó por mentiroso, a pesar de que hasta hace un año era “buen gerente, gran líder y transparente”, como lo demuestra este vídeo (clic para verlo), o “decencia en la política. Gente honorable, de manos puras”, como mencionó en este otro.


El 11 de diciembre dijo que no le aceptará la renuncia porque le estima mucho. Pero son patrañas: sólo quiere mostrarse como un padre benevolente que perdona a su hijo descarriado para mejorar su imagen entre los colombianos. Hasta en eso es un demagogo. Usa a sus seguidores para obtener la mayor rentabilidad posible de cada situación. ¡Patrañas!



**En noviembre del 2017, Uribe, usando una vez más su ya conocida forma de deshacerse de quienes ya no representan utilidad para sus planes, le prohibió a Óscar Iván Zuluaga que se presentara al procedimiento interno de selección de un candidato único del Centro Democrático. Zuluaga ya había estado a punto de lograr la Presidencia de la República en el 2014 y es, junto a Uribe, Duque, Valencia, Cabal y Holmes Trujillo, uno de los representantes más conocidos de su partido político.
Las razones que esgrimió Uribe para dejarlo por fuera son, en su mayoría, válidas: Queda poco tiempo para armar su campaña, su nombre aún no ha sido completamente exonerado de sus vínculos con Odebrecht, etc. Pero la forma sentimentaloide que Uribe le ha dado a su decisión sí que es una farsa. El senador dijo, entre otras cosas: "La política se hace ingrata cuando obliga a decisiones que afectan intereses legítimos de compatriotas a quienes se quiere y se respeta". Uno podría creerle, si no hubiera visto como en el pasado ya se había deshecho sin amago de arrepentimiento de los otros personajes a quienes, como en el caso de Zuluaga, les llegó la mala hora.


Uribe siempre ha considerado que sus seguidores y colaboradores son útiles siempre que sirvan a sus propósitos, y hasta que caigan en desgracia. A partir de ese momento, a partir de que se ven envueltos en la desgracia, les abandona a su suerte porque todos son desechables para Uribe.




**Este texto fue escrito originalmente en octubre del 2016, y ha sido modificado en noviembre del 2017 para actualizar la nueva movida con la que Uribe  sacó del camino a Zuluaga, como antes ellos dos habían hecho con Francisco Santos.

@Franzlozano


*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la Organización Grameen Caldas; fue Director de la Fundación Funeducol; Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador en Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano



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sábado, 8 de octubre de 2016

Antioquia, ¿SÍ o NO?


Por María Gloria Pérez*




Antioquia, ¿sí o no? Fuente: https://todaslassombras.blogspot.com.co/2016/10/antioquia-si-o-no.html
Marcha por la paz-Medellín. Fuente: Todas Las Sombras



Cansada de responder uno a uno los comentarios y deseos de algunos, referidos a los fatídicos resultados electorales en Antioquia, comentarios que van desde el deseo de "sacar" a Antioquia del mapa de Colombia (al mejor estilo de Paloma Valencia) hasta al deseo de exterminarnos, quiero expresar lo siguiente:


Son entendibles, muy entendibles, el dolor y la rabia. Antioquia puso el no. Así no más. Antioquia frustró la esperanza de medio país votante. Pero la cosa no es tan simple. Si a la Colombia por el SÍ le dolió este resultado, a la Antioquia por el SÍ nos devastó, nos paralizó.


Pero pasadas las primeras maldiciones, las primeras lágrimas, nos llegan, más que las razones, los motivos: no es necesario pasar más de un día con su noche en uno, cualquiera, de los barrios populares de Medellín para enterarse del dominio, en todos los ámbitos, de las ahora llamadas "bacrim", que no son más que bandas de narcoparamilitares descendientes, herederas de la poderosa organización de Pablo Escobar, unos; de los hermanos Castaño, otros; y otros más de las Convivir, creadas, organizadas y pagadas (en principio, con dinero oficial) por el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez.


Estos grupos ejercen un dominio tal, que gobierna el miedo en todos los momentos y aspectos del devenir cotidiano en los barrios populares, y, claro, para estas votaciones la cosa no iba a estar al margen: "Si en este barrio gana el SÍ, se armó la guerra, más de uno lo va a pagar" (por razones obvias no se revelan fuentes, pero si usted lo duda dese una pasadita por las comunas populares). Claro que incluso a pesar de esas amenazas, muchas personas, muchos valientes de los barrios votaron SÍ. Los 600 mil y pico de votos no salieron todos de los estratos altos. En los municipios reina una religiosidad medieval, que alimenta el atraso, religiosidad que va aumentando en la medida en que las llamadas "iglesias cristianas" adoctrinan puerta a puerta por barrios y veredas. Y no tiene objeto exponer acá cuáles, a qué y a quiénes sirven estos intereses religiosos que en este caso se dedicaron a alimentar el rencor, la sed de venganza y el terror por el "comunismo agazapado que trataba de tomarse a Colombia de la mano de Juan Manuel Santos".



Para nadie es un secreto que desde tiempos inmemoriales existe una dirigencia paisa astuta que ha alimentado el regionalismo más rampante, apoyándose en la ignorancia, y hasta ingenuidad del pueblo. Dirigencia de clase que creó mitos empalagosos con los cuales alienan, mitos como "la raza y la berraquera paisas", que bien han servido a los intereses de dominio político. A todo esto súmele las mentiras con las que los promotores del NO alimentaron la ignorancia que, por desgracia, campea en Colombia. Esa es nuestra tragedia, señores.


Y, por último, como en TODA Colombia, muchos partidarios de la paz, de manera irresponsable se atuvieron a que "el SÍ ya estaba arreglado", que era un hecho y no votaron. Puede que para muchos sea difícil de entender, es comprensible. Afortunadamente, el mundo gira, la historia es dinámica y se rige por las leyes de la dialéctica y, entonces, en medio de todo esto, estamos los 600 mil y pico de votantes por el SÍ, los más de 30 mil que marchamos ayer. Y por el bien de Antioquia, por el bien de Colombia, por el bien de la paz, pedimos comprensión y alguito de respeto, si quieren nos maldicen, pero no nos lo hagan saber. Ya tenemos bastante con el dolor y la vergüenza que nos acongojan desde el domingo. Estamos tratando de recuperar el aliento, de recoger nuestra maltrecha alma para seguir, en medio de la mayor adversidad, luchando por la paz.



Gracias, ¡y qué triunfe la paz!





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*María Gloria Pérez: Nació en Anorí (Antioquia), un pequeño pueblo minero que por más de 40 años ha sufrido todas las batallas de esta guerra. Estudió licenciatura en Historia y Filosofía en la Universidad de Antioquia. Se desempeñó como profesora de literatura. Ha publicado en varias revistas y ha sido ganadora de tres premios nacionales de cuento.