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miércoles, 7 de septiembre de 2016

El Enterprise pierde fuelle. Star Trek: Sin Límites

Por Andrés Rodelo*

Mr.Spock/Star Trek. https://todaslassombras.blogspot.mx/2016/09/el-enterprise-pierde-fuelle-star-trek.html   
Spock. Fuente: progressiveenforcer.deviantart.com
Lo mejor (para los grandes estudios) y lo peor (para el público) es que un blockbuster encuentre los huevos de la gallina de oro. Cuando estas superproducciones consiguen balancear la ambiciosa disyuntiva de éxito comercial y de crítica (cada vez más perseguida, un síntoma saludable), Hollywood aprovecha para sacudirse el polvo de la mala reputación que ensucia su lujoso vestido y sentencia a los cuatro vientos: “¡Entretengo, pero también soy artista!”.


Y claro, nosotros lo celebramos, especialmente quienes declaramos que el cine crispetero puede alcanzar altas cotas de calidad. Es allí cuando señalamos los carteles de las películas con pasión en Internet y gritamos a los mamertos: “¡Miren esta joya!, ¡recapaciten ya!”. Luego Hollywood, embriagado por rentabilizar la mitología que tanto gustó, ordena: “Hagamos una secuela. La gente lo quiere”, y ahí es donde el aplauso del fan (por lo menos el mío) se detiene.

Se detiene no porque, necesariamente, la secuela vaya a ser mala, sino porque la experiencia nos indica que prolongar las sagas hasta el exceso las vuelve predecibles. Cada secuela explota la fórmula exitosa de la anterior (¡los malditos huevos de oro!) hasta que la novedad se va por el desagüe, hasta que todo cae en un bucle agotador de déjà vus. De ahí la retromanía enfermiza que hoy nos invade. Claro, hay excepciones, pero esta regla campa a sus anchas en Hollywood.


Esto es lo que ocurre con Star Trek: Sin Límites, la tercera entrega del relanzamiento de la mítica saga televisiva ideada por Gene Roddenberry, que inició su andadura en el 2009 con Star Trek, seguida en el 2013 por Star Trek: En la Oscuridad, dos películas soberbias, que se apropiaban del material original para llevarlo por otros derroteros, haciendo de la aventura intergaláctica y de la caracterización (encantadora) de los personajes su piedra angular.


Las circunstancias que rodearon la producción de Sin Límites anticipaban un cambio, era difícil saber qué cambiaría, pero algo no sería igual: primero, J.J. Abrams, el director de las primeras dos cintas, daba un paso al costado y llegaba Justin Lin en su reemplazo; segundo, el actor Simon Pegg, quien interpreta al personaje de Scotty, asumía el rol de guionista junto con Doug Jung. Por más que algunos se empecinen con que Hollywood hace las películas como fabricando salchichas, es hora de que tomen consciencia de que los creativos, la gente involucrada, marca la diferencia.

Personalmente, iba a bordo de una montaña rusa de ensueño: fascinado por la primera estación (Star Trek) y asombrado de que la segunda catapultara la excelencia ya demostrada hasta lo más alto (En la Oscuridad) para luego caer en un descenso (Sin Límites) que no me provocó náuseas ni vértigo, sino desinterés, apatía, una experiencia poco memorable, que pasó por mi lado sin siquiera rozarme.


Star Trek Beyond: https://todaslassombras.blogspot.mx/2016/09/el-enterprise-pierde-fuelle-star-trek.html 
Star Trek: Beyond. Fuente: flickr.com

Por un lado, la trama central es un eco constante de las anteriores: la amenaza del terrorista exiliado, que otrora fue bueno y ahora quiere cebarse con la utopía de la Federación, y lo más imperdonable: que se deshaga del espíritu que puso en mi corazón las entregas previas: la comedia de enredos, los mágicos desencuentros entre los personajes, esa perspectiva desde la cual la obra es inconcebible sin el encanto de sus protagonistas. Aquí las relaciones se sienten frías, aburridas, diplomáticas y, por ende, las caracterizaciones, fallidas, dan una sensación de vacío, de entes acartonados.


Que no se entienda como un apego irracional a las esencias, el problema es que la nueva propuesta no cuaja. Los chistes dan pena y extrañé las carcajadas que me provocó la saga antes, convertidas ahora en risas desganadas. Quizás, el único momento de magia sea el musicalizado por Sabotage, de los Bestie Boys. Lo demás avanza en piloto automático, lo que es imperdonable si manejas los mandos del Enterprise.


@elrodelo

 

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*Andrés Rodelo (1988): nació en Ciudad Bolívar, Antioquia. Estudió periodismo en la Universidad de Manizales, donde descubrió su amor por el cine mientras coordinaba el Cineclub Cinéfagos. Escribe para medios como la revista Kinetoscopio, la Revista Online Ocho y Medio y el suplemento cultural Papel Salmón, del diario manizaleño La Patria. Coordina el Cineclub Estúpido de Manizales. En enero de 2013 participó en el VII Taller de Crítica Cinematográfica del Festival de Cine de Cartagena, en el que fue distinguido con la publicación de una crónica suya en el diario del certamen. Dirige también el programa radial Cinerama, de la Gobernación de Caldas. @elrodelo



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