Estoy entristecido, pero no sorprendido, por el resultado. No me escandaliza que los millones de personas
que votaron por el señor Trump lo hayan hecho porque estén enfermos y cansados
del status quo económico, político e
informativo (de los medios de comunicación).
Las familias trabajadoras observan cómo los políticos
reciben fondos financieros para sus campañas de parte de billonarios e
intereses corporativos -y entonces ignoran las necesidades de los estadounidenses
de a pie-. Durante los últimos 30 años, demasiados estadounidenses han sido
vendidos por sus jefes corporativos. Ellos trabajan más horas por menores
salarios mientras ven los trabajos con salarios decentes irse a China, México o
algún otro país de bajos costos salariales. Ellos están cansados de tener
directores ejecutivos que ganan 300 veces más que ellos, mientras el 52% de
todo nuevo ingreso va para el 1%. Muchas de sus, una vez hermosas, zonas
rurales han sido deshabitadas, sus tiendas del centro tienen las puertas
cerradas, y sus hijos se están yendo porque no hay empleo -todo esto mientras
las corporaciones succionan toda la riqueza de sus comunidades y las deposita
en cuentas en paraísos fiscales-.
Los trabajadores estadounidenses no pueden pagar por cuidado
decente y de calidad para sus hijos. No pueden enviar sus hijos a la universidad
y no les queda dinero en el banco mientras se van acercando a su época de
retiro. En muchos lugares del país, no pueden encontrar vivienda asequible y
hallan el costo de los servicios de salud muy alto. Demasiadas familias viven en
desesperación mientras que las drogas, el alcohol y el suicidio disminuyen la
duración de la vida de un creciente número de personas.
El presidente
electo Trump tiene razón: Los estadounidenses quieren un cambio. Pero, ¿qué tipo
de cambio les ofrecerá él? ¿Tendrá él el coraje de enfrentarse a la gente más
poderosa de este país, quienes son los responsables del dolor económico que
muchas familias trabajadoras sienten, o arrojará la ira de las mayorías en
contra de las minorías, inmigrantes, los pobres y los desamparados?
¿Tendrá la valentía para enfrentarse a Wall Street, trabajar
para desarticular las “muy grandes para fallar” instituciones financieras y
demandar que los grandes bancos inviertan en pequeños negocios y creen empleos
en el campo estadounidense y las ciudades del interior? O, ¿nombrará él otro
banquero de Wall Street para que dirija el Departamento del Tesoro y mantenga
las cosas como siempre? ¿Se enfocará él, como prometió durante su campaña, en
la industria farmacéutica y disminuirá los precios de los medicamentos
prescritos?
Estoy profundamente afligido por escuchar historias de
estadounidenses siendo intimidados y acosados en alba del triunfo del señor
Trump, y oigo el llanto de las familias que viven en el temor de ser hechas
trizas. Hemos llegado muy lejos como nación para combatir la discriminación. No
vamos a retroceder. Tengan la seguridad, no hay concesiones en cuanto al
racismo, la intolerancia, la xenofobia y el sexismo. Lo combatiremos en todas sus formas, cuando
sea y donde sea que reaparezca.
Mantendré una mente abierta para ver qué ideas ofrece el
señor Trump, y cuándo y dónde y cómo podemos trabajar juntos. Habiendo perdido
en el voto popular a nivel nacional, no obstante, hará bien en prestarle
atención a la visión de los progresistas. Si el presidente electo está
comprometido realmente en la búsqueda de políticas que mejoren las vidas de las
familias trabajadoras, voy a darle varias oportunidades reales de que se gane
mi apoyo.
Reconstruyamos nuestra crepitante infraestructura y creemos
millones de empleos bien pagados. Aumentemos el salario mínimo a un salario
para vivir, ayudemos a los estudiantes a permitirse ir a la universidad, demos
licencia familiar y médica paga y expandamos el sistema de seguridad
social. Reformemos un sistema económico
que le permite a los millonarios como el señor Trump no pagar un centavo en
impuestos federales a los ingresos. Y lo más importante, terminemos la
capacidad que tienen los contribuyentes ricos de comprar las elecciones.
En los próximos días, también proveeré una serie de reformas
para revigorizar el Partido Demócrata. Creo firmemente que el partido debe
romper sus lazos con el establecimiento corporativo y, una vez más, convertirse
en un partido de base de gente trabajadora, los mayores y los pobres. Debemos
abrir las puertas del partido para darle la bienvenida al idealismo y la
energía de la gente joven y todos los estadounidenses que están luchando por la
justicia económica, social, racial y ambiental. Debemos tener el coraje de
oponerle resistencia a la avaricia y poder del Wall Sreet las compañías
farmacéuticas, las compañías de seguros y la industria de combustibles fósiles.
Cuando mi campaña
presidencial llegó a un final, le di mi palabra a mis seguidores de que la
revolución política continuaría. Y ahora, más que nuca, eso tiene que ocurrir.
Somos la nación más rica en la historia del mundo. Cuando nos mantenemos juntos
y no le permitimos a los demagogos dividirnos por raza, sexo u origen nacional,
no hay cosa alguna que no podamos alcanzar. Debemos seguir adelante, no
retroceder.
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