Por Francisc Lozano*
El diccionario de la RAE define el terrorismo como la “dominación por el terror" o una “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.” Con esas dos acepciones, basta para determinar que, en Colombia y muchos otros países del mundo, el terrorismo no es una característica única de grupos ilegales como ISIS, Boko Haram, Al Qaeda o Las Farc. De hecho, muchos gobiernos usan el terrorismo de Estado para asegurarse de controlar más eficazmente a su población: USA lo utiliza para que sus conciudadanos aprueben todas las leyes que restringen su libertad en nombre de la seguridad nacional y que desaparecen a comunidades enteras de la faz de la tierra como en las matanzas perpetradas por los países aliados en Irak y Afganistán, que nunca fueron guerras, sino masacres, por mostrar dos ejemplos. En Colombia no es distinto: hay infinidades de pruebas que muestran las alianzas entre el Gobierno colombiano y los paramilitares para masacrar a miles de personas porque no eran auxiliadoras del paramilitarismo o simplemente porque necesitaban despojarlas de sus tierras para entregarlas a los grandes terratenientes colombianos y extranjeros que patrocinaban los despojos y las muertes.
A pesar de la tristeza que me generan esos hechos, y la
necesidad de hablar de la connivencia entre los gobiernos colombianos y los
criminales, hoy me quiero referir a los medios de comunicación y sus prácticas
terroristas. El pasado 27 de octubre, el
Canal Caracol reveló una encuesta
(ver vídeo) de la Cámara de Comercio de Bogotá en la que, entre otras cosas, se
señala que “la percepción de inseguridad se redujo 14 puntos, del 55% al 41 %”
si se comparan el primer semestre del año 2015 con el mismo período en el 2016.
Cuando pretenden explicar la razón de esa disminución, Daniel Mejía, el Secretario
de Seguridad de Bogotá expone que “la gente está denunciando y está reportando
más los delitos, la tasa de denuncia pasa del 18 por ciento al 40 por ciento,
un aumento del 122%”. Con eso, tanto Mejía como Caracol aspiran a demostrar las
causas de esa disminución tan notable en la percepción de inseguridad. Y puede
ser que tengan razón, pero creo que es imposible que ese único hecho explique
tan impresionante desenlace, y expondré mis dudas a continuación:
1. No creo que el hecho de denunciar un delito haga
que uno deje de sentirse víctima del mismo. Si a alguno de ustedes le han
robado el celular, no creo que el sentimiento de victimización desaparezca nada
más porque ustedes fueron al CAI o a una inspección a interponer una denuncia.
Por favor cuéntenme si es así, y me retractaré.
2. En el hipotético caso de que esa disminución se
explicase por ese hecho, ¿por qué no simplemente le pedimos a todos los que han
sufrido de robos y atracos que vayan a denunciar y así eliminamos esa horrenda
sensación en las personas?
3. Si ese hecho explica todo el fenómeno, ¿cómo se esclarece
entonces el hecho de que a la par de la disminución en la percepción de
inseguridad, aumentaron los robos de teléfonos celulares y de otros artículos
en un 2%, como lo demuestra la misma encuesta: “la victimización en el primer
semestre del año se ubicó en un 40 %, dos puntos por encima del mismo periodo
del año anterior.”, pero no sólo eso, “según los encuestados, los lugares más
inseguros de Bogotá son las calles y los puentes peatonales y el delito que más
afecta a la comunidad es el hurto a personas que subió del 79 al 80%.”
Como me parece que la explicación dada por la Secretaría de
Seguridad y los medios es insuficiente, me centraré en la tercera duda: ¿cómo explicar
que mientras la criminalidad aumenta, la percepción de seguridad disminuye? No
estoy seguro, pero tengo una hipótesis: el año anterior, el alcalde de Bogotá
era Petro, un líder de izquierda al que los medios colombianos y sus máximos
pautadores no quieren por haber sido parte del M-19 y porque durante su época
de senador denunció los escabrosos vínculos entre la política y el
paramilitarismo en Colombia; y como alcalde de Bogotá, le retiró los contratos
multimillonarios de recolección de basuras a grandes empresarios y se los
entregó a los pobres de la ciudad; además de cancelar las corridas de toros; crear
jardines para que las madres pobres pudieran dejar a sus hijos en ese lugar y
salir a trabajar; eliminar la muerte infantil por desnutrición, entre otras
cosas. También cometió errores como implementar un sistema de recolección de
basuras sin tener un plan de choque en caso de que éste fallara y comprar volquetas
para trasladar basuras, en vez de conseguir carros compactadores desde el
principio. Seguro que hay más errores en su administración.
Durante la alcaldía de Petro, RCN, Caracol, Semana y El Tiempo fueron grandes críticos de su gestión y no lo han sido con Peñalosa. Fuente: www.reporterosasociados.com.co
Como mencioné antes, Petro tiene enemigos muy poderosos entre los que se cuenta a algunos de los dueños de los canales privados de Colombia, y durante su administración, esos medios se encargaron magnificar las malas noticias y a invisibilizar sus logros en la capital. Todas las malas decisiones y fallas recibieron el mayor cubrimiento posible. Fue así, como el terrorismo mediático le hizo creer a los habitantes de Bogotá y del país, que la ciudad era invivible y que a la gente la robaban y asesinaban en cada esquina o rincón bogotano, y es obvio que la seguridad no es la fortaleza de ninguna ciudad colombiana, pero esos crímenes no son el pan da cada día en toda la ciudad, como los medios pretendían mostrar en la era Petro. Como el terrorismo es una acción que busca genera inquietud en la sociedad con objetivos políticos, los canales privados y los medios escritos y digitales se aprendieron muy bien la lección, y usaron su influencia sobre la opinión pública con el propósito de que la ciudad saliera de manos de la izquierda y que el gobierno de Petro fuese recordado como una gran mancha negra en la historia de la ciudad: intereses políticos y económicos. Es por eso que cuando montaron a Peñalosa en la Alcaldía, dejaron de moler al alcalde a palo, porque él sí hace las cosas que a ellos les gustan: privatizar las empresas de la ciudad, contratar con ellos, aumentar los costos del transporte público, en fin: privatizar. Si lo que ha ocurrido con esa encuesta no se explica por el terrorismo mediático, ¿cómo podemos esclarecer que la gente se sienta más segura en una ciudad más insegura? La pregunta es para ustedes.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario