Por: Francisc Lozano
Estimado compatriota: al igual que usted estoy indignado por la forma en que los políticos corruptos se roban nuestros impuestos y los usan para asegurar su reelección, la aprobación de una reforma nociva para los colombianos, mejorar su imagen, evitar que su familia sea acusada de delitos, aliarse con grupos ilegales y otras actitudes que no alcanzo a describir en este documento.
Creo en la democracia y algunos de sus elementos distintivos, entre ellos la figura del voto en blanco, cuya creación obedece al derecho de los ciudadanos a demostrar su desacuerdo con los candidatos inscritos. Si uno no encuentra una buena opción entre los aspirantes a ocupar un cargo, debe poder ejercer su derecho al voto y, al mismo tiempo, demostrar que ninguno de los candidatos le satisface en su deseo de tener un país mejor.
Infortunadamente, el voto en blanco no es tan fantástico como algunos pretenden hacernos creer. Lo primero que hay que entender respecto del voto en blanco es que sólo puede ganar una vez. ¿Cómo es eso? La respuesta es clara: el Acto Legislativo 1 de 2009 establece que toda elección en la que resulte ganador el voto en blanco, deberá repetirse sólo una vez, y enfatiza que “tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las de Corporaciones Públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral”. Eso quiere decir que, en caso de que gane el voto en blanco en las elecciones presidenciales, no contaremos con los mismos candidatos para las segundas elecciones, pero no existe la misma restricción en las parlamentarias, asambleas departamentales y concejos municipales. Allí el sistema es otro: repetir la elección quitando a quienes no hayan alcanzado una cantidad determinada de votos. Resulta que, como usted es colombiano, sabe que los partidos de siempre van a alcanzar el umbral, porque tienen maquinaria y ‘mermelada’ para untar a todo el mundo. Pero supongamos que no alcanzan el umbral, y el voto en blanco se sobrepone, piense, dice Camilo Acosta: ¿“quién tiene la plata y la maquinaria política para conformar una nueva lista en diez días… los de siempre… [u] otros nuevos”? La Corte Constitucional se pronunció en el 2011 respecto a este acto legislativo, y aclaró que “la mayoría necesaria para repetir la elección es mayoría absoluta, es decir el 50% más 1 de los votos válidos”.
Así las cosas, y aunque las encuestas muestren la favorabilidad que lleva el voto en blanco (casi del 25%), parece imposible que la iniciativa supere el total de 7’382.181 votos para los comicios presidenciales y los 6’600.000 votos para las elecciones parlamentarias, esto es si tuviésemos la misma cantidad de electores del año 2010 (ver datos). ¿Usted cree que tanta gente votará en blanco? Yo no porque siempre habrá bultos de cemento, ladrillos, tejas, cuadernos, plata, promesas de empleo y lechona de por medio. Además, ¿de dónde aparece esa torpe conclusión de que votando en blanco lograremos tener candidatos más decentes? Las premisas de esta conclusión son falsas, votar en blanco no necesariamente implica tener mejores candidatos para las elecciones. Piense algo más, ¿quiénes tienen acceso a la información para sentirse indignados con la actuación de los políticos corruptos? Ciertamente no el capital electoral de los politiqueros tradicionales. ¿Y qué pasará con los políticos honestos si usted vota en blanco? No podrán representar los intereses de los colombianos porque no pasarán el umbral electoral. En la elección para Congreso de la República contaremos con 2.408 candidatos y, entre senadores y representantes a la cámara, hay 268 vacantes, ¿será imposible encontrar 268 personas honestas entre 2.408 inscritos? Véalo de esta forma: necesitamos que de esos aspirantes, el 11% sean honestos. Pero seamos pesimistas: pensemos que 68 corruptos se nos van a colar. Aun así, con 200 colombianos responsables habremos ganado muchísimo, y podremos saber quiénes son los 68 corruptos. Para lograr esto sólo necesitamos saber por quién votar. Leamos los programas, escuchemos lo que otros tienen para decir sobre los candidatos, y después decidamos. Juan Lewin, Laura Ardila y Andrés Bermúdez han colaborado en la elaboración de una herramienta que puede ser útil en este proceso de selección de buenos candidatos. Por favor visite esta página web: http://lasillavacia.com/content/estos-son-los-candidatos-al-senado-46581.
Algo que no se nos puede escapar: los costos. El Espectador publicó el año anterior un artículo sobre el presupuesto del 2014, allí asegura que por cuenta de las elecciones, los colombianos pagaremos 871.000 millones de pesos. Cabe decir que para ese momento no se había presentado la sanción de la Procuraduría al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y que no se había aceptado su proceso de revocatoria por parte de la Registraduría Nacional. En el presente, con el tema de la revocatoria (que algunos calculan en 40.000 millones de pesos), estamos hablando de 911.000 millones, casi un billón de pesos. Entonces piense en este escenario: gana el voto en blanco en todas las elecciones. Ahora pregúntese: ¿de dónde va a salir la plata para los segundos comicios? De su bolsillo. Pero además hay otros costos que no podemos calcular con tanta facilidad: el costo de dejar a sus hijos en casa mientras se va a votar, y el costo ambiental (transporte, papel). En 1992, la Registraduría Nacional compró 900 toneladas de papel para realizar los tarjetones de las elecciones parlamentarias y presidenciales . Hoy en día tenemos un censo electoral de más de 30 millones de personas, con lo cual la cantidad de toneladas de papel debería ser mucho mayor, pero supongamos que es de 900. Novecientas toneladas de papel equivalen más o menos a 13.500 árboles talados. Cada árbol produce cerca de 50 kilogramos de oxígeno al año y elimina la misma cantidad de kilogramos de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Eso significa que tendremos 675 toneladas menos de oxígeno para respirar y 675.000 kilogramos más de CO2 para contribuir al calentamiento global. ¿Y qué pasa si repetimos las elecciones? El panorama se ve mucho peor, ¿no?
Estimado compatriota, la forma más eficaz de castigar a los corruptos es darle el voto a los no corruptos. Le recomiendo lo siguiente: interésese por tres candidatos que le llamen la atención, si no le convencen después de leer sus propuestas, busque a otros. Si después de ese proceso quiere votar en blanco, hágalo, pero hágalo conscientemente
Creo en la democracia y algunos de sus elementos distintivos, entre ellos la figura del voto en blanco, cuya creación obedece al derecho de los ciudadanos a demostrar su desacuerdo con los candidatos inscritos. Si uno no encuentra una buena opción entre los aspirantes a ocupar un cargo, debe poder ejercer su derecho al voto y, al mismo tiempo, demostrar que ninguno de los candidatos le satisface en su deseo de tener un país mejor.
Infortunadamente, el voto en blanco no es tan fantástico como algunos pretenden hacernos creer. Lo primero que hay que entender respecto del voto en blanco es que sólo puede ganar una vez. ¿Cómo es eso? La respuesta es clara: el Acto Legislativo 1 de 2009 establece que toda elección en la que resulte ganador el voto en blanco, deberá repetirse sólo una vez, y enfatiza que “tratándose de elecciones unipersonales no podrán presentarse los mismos candidatos, mientras que en las de Corporaciones Públicas no se podrán presentar a las nuevas elecciones las listas que no hayan alcanzado el umbral”. Eso quiere decir que, en caso de que gane el voto en blanco en las elecciones presidenciales, no contaremos con los mismos candidatos para las segundas elecciones, pero no existe la misma restricción en las parlamentarias, asambleas departamentales y concejos municipales. Allí el sistema es otro: repetir la elección quitando a quienes no hayan alcanzado una cantidad determinada de votos. Resulta que, como usted es colombiano, sabe que los partidos de siempre van a alcanzar el umbral, porque tienen maquinaria y ‘mermelada’ para untar a todo el mundo. Pero supongamos que no alcanzan el umbral, y el voto en blanco se sobrepone, piense, dice Camilo Acosta: ¿“quién tiene la plata y la maquinaria política para conformar una nueva lista en diez días… los de siempre… [u] otros nuevos”? La Corte Constitucional se pronunció en el 2011 respecto a este acto legislativo, y aclaró que “la mayoría necesaria para repetir la elección es mayoría absoluta, es decir el 50% más 1 de los votos válidos”.
Así las cosas, y aunque las encuestas muestren la favorabilidad que lleva el voto en blanco (casi del 25%), parece imposible que la iniciativa supere el total de 7’382.181 votos para los comicios presidenciales y los 6’600.000 votos para las elecciones parlamentarias, esto es si tuviésemos la misma cantidad de electores del año 2010 (ver datos). ¿Usted cree que tanta gente votará en blanco? Yo no porque siempre habrá bultos de cemento, ladrillos, tejas, cuadernos, plata, promesas de empleo y lechona de por medio. Además, ¿de dónde aparece esa torpe conclusión de que votando en blanco lograremos tener candidatos más decentes? Las premisas de esta conclusión son falsas, votar en blanco no necesariamente implica tener mejores candidatos para las elecciones. Piense algo más, ¿quiénes tienen acceso a la información para sentirse indignados con la actuación de los políticos corruptos? Ciertamente no el capital electoral de los politiqueros tradicionales. ¿Y qué pasará con los políticos honestos si usted vota en blanco? No podrán representar los intereses de los colombianos porque no pasarán el umbral electoral. En la elección para Congreso de la República contaremos con 2.408 candidatos y, entre senadores y representantes a la cámara, hay 268 vacantes, ¿será imposible encontrar 268 personas honestas entre 2.408 inscritos? Véalo de esta forma: necesitamos que de esos aspirantes, el 11% sean honestos. Pero seamos pesimistas: pensemos que 68 corruptos se nos van a colar. Aun así, con 200 colombianos responsables habremos ganado muchísimo, y podremos saber quiénes son los 68 corruptos. Para lograr esto sólo necesitamos saber por quién votar. Leamos los programas, escuchemos lo que otros tienen para decir sobre los candidatos, y después decidamos. Juan Lewin, Laura Ardila y Andrés Bermúdez han colaborado en la elaboración de una herramienta que puede ser útil en este proceso de selección de buenos candidatos. Por favor visite esta página web: http://lasillavacia.com/content/estos-son-los-candidatos-al-senado-46581.
Algo que no se nos puede escapar: los costos. El Espectador publicó el año anterior un artículo sobre el presupuesto del 2014, allí asegura que por cuenta de las elecciones, los colombianos pagaremos 871.000 millones de pesos. Cabe decir que para ese momento no se había presentado la sanción de la Procuraduría al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y que no se había aceptado su proceso de revocatoria por parte de la Registraduría Nacional. En el presente, con el tema de la revocatoria (que algunos calculan en 40.000 millones de pesos), estamos hablando de 911.000 millones, casi un billón de pesos. Entonces piense en este escenario: gana el voto en blanco en todas las elecciones. Ahora pregúntese: ¿de dónde va a salir la plata para los segundos comicios? De su bolsillo. Pero además hay otros costos que no podemos calcular con tanta facilidad: el costo de dejar a sus hijos en casa mientras se va a votar, y el costo ambiental (transporte, papel). En 1992, la Registraduría Nacional compró 900 toneladas de papel para realizar los tarjetones de las elecciones parlamentarias y presidenciales . Hoy en día tenemos un censo electoral de más de 30 millones de personas, con lo cual la cantidad de toneladas de papel debería ser mucho mayor, pero supongamos que es de 900. Novecientas toneladas de papel equivalen más o menos a 13.500 árboles talados. Cada árbol produce cerca de 50 kilogramos de oxígeno al año y elimina la misma cantidad de kilogramos de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Eso significa que tendremos 675 toneladas menos de oxígeno para respirar y 675.000 kilogramos más de CO2 para contribuir al calentamiento global. ¿Y qué pasa si repetimos las elecciones? El panorama se ve mucho peor, ¿no?
Estimado compatriota, la forma más eficaz de castigar a los corruptos es darle el voto a los no corruptos. Le recomiendo lo siguiente: interésese por tres candidatos que le llamen la atención, si no le convencen después de leer sus propuestas, busque a otros. Si después de ese proceso quiere votar en blanco, hágalo, pero hágalo conscientemente