Por Francisc Lozano*
Eva Kor en la oficina de su fundación. Tomada de: Wikimedia.org
Eva Mozes Kor podría ser una
abuela europea cualquiera. A simple vista, uno podría suponer que es la madre de Milla Jovovich o de Novak Djokovic. Pero
Eva no es una mujer cualquiera: tiene 82 años y nació en Protz, Rumania. Hasta
aquí nada fuera de lo común. Eva, no obstante, tiene una gran historia
que contar. La señora Kor vino al mundo en 1934. Cuando su madre dio a luz, los
médicos se percataron de que Eva no había venido sola al mundo: Junto a Eva
llegó Miriam, su hermana gemela. Los padres de ambas eran judíos en una época
en la que el antisemitismo empezaba a crecer en Europa y particularmente en
Alemania y su zona de influencia.
Miriam (izquierda) y Eva Mozes. Fuente: dailymail.co.uk
Siendo unas niñas, cuando vivían
en Hungría, Eva cuenta que, en la escuela: “aprendíamos aritmética siendo preguntados:
“Si tuvieras cinco judíos, y mataras dos, ¿cuántos te sobrarían?””. “A los
chicos se les enseñaba a odiar y se les recompensaba por ello. Mis compañeros
de juegos se convirtieron en mis torturadores”, agrega.
A la edad de 10 años, Eva, Miriam
y el resto de su familia fueron trasladados al campo de concentración de
Auschwitz en Polonia. Por el hecho de ser hermanas gemelas, Miriam y Eva fueron
seleccionadas para la realización de experimentos “médicos” en humanos. Tras
unos años en el campo de concentración, los padres de Miriam y Eva fueron
asesinados en cámaras de gas por los nazis. También fueron parte del genocidio
sus dos hermanas mayores. La única razón por la que tanto Eva como su hermana fueron
mantenidas con vida era por la ventaja que representaban para las ciencias de
la salud el hecho de ser gemelas. El médico Josef Mengele, reconocido galeno y
prominente pensador y precursor de la ideología nazi, estuvo a cargo de la
experimentación en ellas y en otros cientos de niños y adultos que profesaban
el judaísmo, las personas que se habían definido a sí mismas o que habían sido
categorizadas como no heterosexuales y otros seres humanos que padecían
enfermedades o malformaciones. A todas estas personas se les aplicaron métodos
de tortura para determinar qué cosas podían y no podía resistir los humanos,
qué venenos eran más potentes que otros y cómo era más eficaz el asesinato de
seres humanos. Todos estos hechos macabros e indecibles fueron ordenados por Mengele.
Con la llegada de las fuerzas
aliadas, el derrocamiento de Hitler y la finalización del Tercer Reich, Miriam
y Eva fueron rescatadas y auxiliadas por la comunidad internacional. En 1950,
recibieron visados israelíes y se trasladaron a ese territorio, donde se
unieron a una comunidad en la que habitaban huérfanos, principalmente. Y tiempo después se unieron al ejército de ese territorio. En
Israel, Eva conoció al hombre que después se convertiría en su esposo: Michael
Kor. Eva y Michael se casaron y se fueron a vivir a USA.
Cuarenta años después de la liberación de Auschwitz, Eva y Miriam, junto a
muchos otros judíos, llevaron a cabo un juicio simbólico en contra de Mengele
en el campo de concentración.
Como resultado de los tortuosos
experimentos desarrollados en ellas, Miriam y Eva desarrollaron graves
enfermedades en su adultez. Los riñones de Miriam nunca crecieron y en 1993
falleció a causa de un tipo de cáncer muy raro, que pudo haber adquirido
gracias a los horrendos tratos a los que se vieron sometidas por Mengele y sus
secuaces. Eva, por su parte, sufrió varios abortos naturales, ocasionados por
los experimentos que le practicaron en el campo de concentración de Auschwitz,
y tuberculosis.
El año pasado, Eva fue noticia a
nivel mundial. Durante un juicio que se le celebraba a Oskar Gröning -conocido
como “el Contador” por estar encargado de las finanzas -, exsargento de la
Schutzstaffel (o la SS, como generalmente se le conoce) por su complicidad en
el genocidio perpetrado por los nazis en Auschwitz, en un hecho revolucionario,
Eva anunció públicamente que perdonaba a Gröning. Pero esto no fue suficiente
para Eva. Después de ofrecer su perdón a viva voz, se acercó a Oskar, le preguntó
si estaba bien, le susurró unas cuantas palabras más al oído y le abrazó.
Oskar, quien se veía visiblemente sorprendido, retornó el gesto de cariño.
Eva Kor y Oskar Gröning en el juicio en el que se declaró culpable a Gröning
Para cualquier espectador desprevenido, esa escena representaría el encuentro
de dos viejos amigos: Eva, de 81 y Oskar, de 94. Y aunque son dos viejos
conocidos, nunca fueron amigos. Fueron víctima y victimario. Muchos de los asistentes, víctimas y no
víctimas del Holocausto Judío, se mostraron en contra de la actitud de Eva y
rechazaron el perdón que ella estaba ofreciendo. 49 de los sobrevivientes del Holocausto han intentado
demandarle por su acción hacia Gröning.
Cuando le preguntaron a Eva qué había sentido al abrazar a Gröning, ella respondió:
“Yo estaba un poco pasmada”, y continuó con los siguiente: “Pero fue mucho más
agradable que habérmelo encontrado en Auschwitz. Él me hubiese agarrado en ese
entonces para otro propósito”. Y
finalmente concluyó
diciendo: “Creo genuinamente que le caí bien. Yo vi en sus ojos mucho
cariño, amor y tristeza por haber sido parte de todo eso”.
"No entiendo por qué el mundo está mucho más dispuesto a aceptar una arremetida iracunda en vez de aceptar la amistad y la humanidad".
En el momento en el que Eva fue
cuestionada por el perdón que ofreció a Gröning, ella, de manera muy pausada, dijo:
“Debemos entender mi perdón como el derecho que tiene una víctima a ser libre. Tú no puedes estar libre de lo que te
hicieron a ti, a menos que remuevas de tus hombros la carga diaria de dolor e
ira, y perdones a los nazis – no porque ellos merezcan ser perdonados, no, sino
porque yo lo merezco-”. En una
entrevista concedida desde su casa en Indiana, Eva añadió:
“¿Para qué sobrevivir a todo si vas a
querer estar triste, enojada y herida? Eso es ajeno a quien yo soy. No entiendo
por qué el mundo está mucho más dispuesto a aceptar una arremetida iracunda en
vez de aceptar la amistad y la humanidad”.
Los colombianos, hoy como nunca
antes en nuestra historia, deberíamos seguir la filosofía de Eva Kor. Ella, a
pesar de todo lo que ha sufrido, decidió perdonar a sus victimarios, a los asesinos
de sus padres y hermanas, a los verdugos suyos y de su amadísima hermana
Miriam. Creo que Colombia tiene que perdonarse a sí misma y perdonar a los
perpetradores de todos los crímenes que hemos vivido. No porque los
perpetradores merezcan el perdón de sus víctimas, no, sino porque los demás
debemos dejar esa carga a un lado para ver hacia adelante y construir un futuro
mejor.
No darle la oportunidad al diálogo con Las Farc es quedarnos viviendo en ese
pasado tortuoso que lo único que ha hecho y seguirá haciendo es anclarnos al
odio, al dolor y a la violencia. Hoy nace una nueva Colombia, un país que le
abre los brazos al perdón y a la reconciliación, una Colombia que puede esperar
ver a sus hijos crecer en paz. Está en manos de los colombianos decirle Sí al
porvenir y no al odio y el rencor. Está en las manos de los colombianos decirle
Sí a ese nuevo mundo que entre todos podemos construir.