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jueves, 24 de noviembre de 2016

Un tiro en el pie

Por Francisc Lozano*


Humberto de la Calle, Luis Carlos Villegas, Álvaro Uribe, Holmes Trujillo, Óscar Iván Zuluaga, Mauricio Lizcano, Rangel, Iván Duque,  Equipo Negociador, Todas Las Sombras, http://todaslassombras.blogspot.com/2016/11/un-tiro-en-el-pie.html
Equipo negociador y algunos promotores del No.  Fuente: Presidencia.gov.co


Con el paso del tiempo, los juicios sobre las decisiones tomadas en un pasado “lejano” se pueden realizar con mayor precisión, y objetividad, quizá. Hoy sabemos que el plebiscito fue un error, pero no lo sabíamos hace dos meses. No obstante, creo que Santos confiaba de verdad en el hecho de que el fin del conflicto se sobrepondría a cualquier diferencia que los colombianos tuviéramos con él y su gobierno, y obviamente se equivocó. Ya sabemos muchas de las razones para su fracaso: su poca favorabilidad entre nosotros; el poder de convicción de Uribe y sus secuaces, y su capacidad para mentir y engañar a personas incapaces de ver una mentira aunque se la pongan frente a los ojos; el odio que generan Las Farc en muchos colombianos y la incapacidad para perdonar sus fechorías; la falta de una cultura de lectura de los habitantes de este país; la dejadez de más de 21 millones de colombianos que no votaron; la incapacidad del Gobierno y los partidarios del Sí para convencer a quienes no creían en el acuerdo; las decisiones tardías de Las Farc para hablar de reparación económica y pedir perdón por sus crímenes; y un verdadero convencimiento de algunos que votaron No de que ese acuerdo no era conveniente para el país, entre otras. Hoy sabemos que, con el plebiscito, Santos se pegó un tiro en el pie.


Por el lado de la “oposición”, o sea, del Centro Democrático, esta semana hemos escuchado una propuesta que parecería ser una panacea. Varios miembros de ese partido han dicho que proponen una revocatoria del Congreso porque, según dicen, esa institución "no representa al pueblo colombiano".  Yo, que siento que hay muy pocas personas que me representen en el Congreso (Jorge Robledo, Claudia López, Juan Fernando Velasco), diría “sí, ¡hagámoslo!”, pero el problema es que tengo por lo menos cuatro inconvenientes con la propuesta, y los expondré a continuación: La inviabilidad de la misma, la contradicción del CD, el favorecimiento a los terratenientes y financiadores del paramilitarismo y el desplazamiento forzado, y la mezquindad que elimina la posibilidad real de paz.  


Primero,  según dice un artículo de la Revista Semana, “en la Constitución Política no existe un solo mecanismo que permita revocar el mandato de los congresistas”. Por esa razón, la propuesta desde ya parece inviable e ilógica. No obstante, habrá que ver qué se inventan en el CD para buscarle “la comba al palo”. Ya sabemos que son expertos en mentir y engañar a personas ingenuas,  tal vez también sean capaces de revocar al Congreso. O tal vez junten el número necesario de firmas para que el mismo Parlamento se revoque a sí mismo, aunque eso sí que parece irreal. No creo que alguno de los congresistas vaya a votar contra sí mismo, pero ya veremos.


Segundo, la propuesta del CD es contradictoria. Hoy dicen que el Congreso no representa la voluntad del pueblo, y en muchos casos yo estoy de acuerdo con eso, pero hace dos años eran los más felices llegando al poder a través de una lista cerrada en la que la única cabeza visible era la de Uribe. Es decir, nadie sabía quiénes eran el resto de congresistas de la lista, pero todos llegaron a vivir del bolsillo de los colombianos sin ganarse su participación en política consiguiendo los votos de la gente con propuestas. No. Sólo tuvieron que acercarse a Uribe y esperar el resultado de las elecciones parlamentarias. Ahora que lo pienso, y aunque esos votos sí son de Uribe, no es muy diferente eso de la forma en la que Las Farc llegarán al Congreso (10 curules). Muchos dirán que Uribe sí tiene esos votos, y Las Farc no, y yo estoy de acuerdo. Esos votos son de Uribe, pero no de Valencia, Rangel, Cabal, Duque, Gaviria (José Obdulio), Guerra (María del Rosario), Gómez, Correa, Araújo, Castañeda, etc. Si quieren ver toda la lista, pueden seguir este enlace. Y sí, no los nombro a todos porque nadie los conoce.


Y la contradicción se centra principalmente en los siguientes hechos: Si el Congreso no representa al pueblo, como ellos dicen, ¿por qué no renuncian ellos a la fortuna que cada mes reciben gracias a nuestros impuestos y nos devuelven a los colombianos los más de 600 millones de pesos que cada uno de ellos ha obtenido durante estos dos años por ser parte del parlamento? ¿Por qué se esperaron dos años para llegar a esa conclusión o para hacerla pública? ¿Por qué la ilegitimidad existe para refrendar el Acuerdo de La Habana, pero no existió para que votaran a favor de la propuesta de congelar los salarios de los congresistas y no de disminuirlos como proponía Claudia López? ¿Por qué el parlamento es ilegítimo para la refrendación del acuerdo, pero no para debatir el proyecto de ley de Nohora Tovar, senadora del CD, que ha sido catalogado por muchas personas como una ley que va en contra de la restitución de tierras? ¿Por qué el Congreso es ilegítimo ahora, pero no fue ilegítimo cuando, permeado por la corrupción y comprado por los ministros Pretel de la Vega y Palacio, y Alberto Velásquez, aprobó la reelección de Uribe, que era a todas luces ilegal? La lista puede continuar, pero voy a concluir con esta pregunta: ¿Por qué cuando Uribe decía lo siguiente: “pedir a todos los congresistas que nos han apoyado que, mientas no estén en la cárcel, a votar las transferencias, a votar la capitalización de Ecopetrol, a votar la reforma tributaria” (se puede ver el vídeo en este enlace o en la parte inferior de este párrafo), el Congreso sí era legítimo, a pesar de que muchos de sus miembros terminaron en la cárcel, pero no lo es ahora que puede decidir sobre la terminación de un conflicto de más de 52 años?



                                           Uribe pide a los congresistas que le apoyaban, votar sus iniciativas antes de ir a la cárcel.


Tercero, la mayoría de cambios que se incluyeron en el acuerdo siguiendo las propuestas de los promotores del No, con el CD como principal actor, se hicieron para favorecer a los terratenientes de este país, a los impulsores del paramilitarismo y del desplazamiento forzado y, en fin, a los que se ven representados por Uribe y sus políticas acumulativas de tierra por cualquier medio, incluido el asesinato y el desplazamiento de personas. Se pueden leer algunos de los cambios en esta declaración que hizo Santos el 12 de noviembre. Uno de los principales retrocesos del nuevo acuerdo es que “el catastro –fundamental para formalizar la tierra—no modificará por sí mismo los avalúos de las tierras.”, en palabras de Santos, con lo que los terratenientes y empresarios agropecuarios que tienen tierras que no pagan los impuestos que deberían, seguirán haciéndole “conejo” al pueblo colombiano.


Cuarto, la propuesta del Centro Democrático tiene como base una mezquindad que quiere eliminar la posibilidad real de paz para Colombia.  Al CD no le interesa alcanzar una paz real, sólo le interesa usar esta coyuntura política para proteger sus propios intereses y los intereses de quienes le patrocinan, y lograr alcanzar la Presidencia en el 2018. Uribe ha intentado retrasar la firma e implementación de los acuerdos (el viejo y el nuevo) porque le afectan en sus intereses y porque los militares investigados por acciones delictivas en contra de la población civil podrían confesar delitos que le podrían implicar e implicar a sus amigos empresarios y latifundistas que patrocinaron el paramilitarismo, como declaró Petro hace varias semanas en Semana en Vivo (ver declaraciones).


La mezquindad de Uribe y el Centro Democrático es tan grande que, con tal de no ver afectados intereses sus económicos  y políticos por el Acuerdo de La Habana, son capaces de proponer una revocatoria del mismo Congreso del que hacen parte y que le asegura a cada uno de ellos más de 27 millones de pesos al mes, para que el país no cambie. Es decir, su mezquindad es tan gigantesca que prefieren renunciar a sus millonarios salarios, y ellos también, como lo hizo Santos, darse un tiro en el pie.




@Franzlozano


*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Desarrolla artículos de opinión para Todas Las Sombras y Radio Macondo. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano

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miércoles, 23 de noviembre de 2016

Los otros

Por María Gloria Pérez*

 

Educación en el aula. Los Otros, Todas Las Sombras. Fuente: http://todaslassombras.blogspot.com/2016/11/los-otros.htmlSalón de clases. Fuente: UdeChile 

No me gusta la guerra. 

 


En el pabellón de máxima seguridad de una cárcel colombiana tuve un alumno cuyo alias era “Masacre”, venía de un pequeño pueblo del nordeste antioqueño, sus padres barequeaban oro en el río Nechí. A los once años deambulaba por su vereda, la escuela estaba abandonada, a la última maestra la habían asesinado una madrugada, camino a la escuela. Los niños se quedaron esperando, nunca vino nadie a reemplazarla. Cualquier día, uno de tantos en los que no había nada para comer, lo abordaron unos hombres invitándolo a partir, le ofrecieron ropa nueva y los “tres golpes”1 diarios. Se fue con ellos. A poco ya lucía un brazalete de las FARC, tenía once años. A los diecisiete, abandonó aquella milicia y por su pericia y habilidades militares fue reclutado por un grupo paramilitar en el que recibía buena paga y mejor trato.

Me pidió entrada a mi taller, advirtiéndome que nos sabía leer ni escribir, que había estudiado hasta segundo de primaria pero se le había olvidado todo. En los tres  años que estuve con ellos, nunca faltó al taller. El día que me despedí me dijo “no se vaya profesora, ya vio que no sé leer ni escribir, pero me gusta mucho oír hablar a las personas, me gustan mucho las historias”. 



Tenía veinticuatro años y estaba acusado de participar en el homicidio de por lo menos ciento veintitrés colombianos.  Cada que lo recuerdo me vuelve a doler su despedida y pienso: “cuántas vidas , incluyendo la de Masacre, se hubieran salvado, cuántas penas y vergüenzas menos llevaríamos a cuestas si por aquellos corredores, de esa escuela abandonada, hubieran corrido aquellos pies pequeños , si en ese patio, de esa escuela abandonada, hubieran aturdido los cantos y los gritos de las voces niñas, si al pequeño salón, de la escuela abandonada, lo hubiera entibiado la amorosa voz de una maestra, que repitiera: “la palabra paz es monosílaba, porque se escribe con tres letras, dos consonantes y una vocal”.



1. En el lenguaje coloquial de algunas regiones de Colombia, la expresión "los tres golpes" representa las tres comidas principales de cada día: Desayuno, almuerzo y comida.


*María Gloria Pérez: Nació en Anorí (Antioquia), un pequeño pueblo minero que por más de 40 años ha sufrido todas las batallas de esta guerra. Estudió licenciatura en Historia y Filosofía en la Universidad de Antioquia. Se desempeñó como profesora de literatura. Ha publicado en varias revistas y ha sido ganadora de tres premios nacionales de cuento.


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jueves, 17 de noviembre de 2016

Ordóñez, el especulador

Por Francisc Lozano*


Eccehomo Cetina y Alejandro Ordóñez. Ordóñez, el especulador, Todas Las Sombras.  Fuente: http://todaslassombras.blogspot.com/2016/11/ordonez-el-especulador.html
Eccehomo Cetina y Alejandro Ordóñez. Fuente: Wikimedia


Alejandro Ordóñez Maldonado es recordado por varias facetas que ha desempeñado en su vida pública. Yo quiero referirme a cinco el día de hoy: su juventud antiintelectual, su paso por la Procuraduría General de la Nación, su defensa a ultranza de despojadores de tierras, su irracional intención de imponer el credo católico a un país laico y su férrea oposición a una paz negociada en Colombia.


El 13 de marzo de 1978, Ordóñez, de 22 años, se encontró con sus compañeros universitarios y de la organización Familia, Tradición y Propiedad en un parque de Bucaramanga para llevar a cabo una quema pública de libros y revistas que ellos consideraban “inmorales”. Se dice que entre los autores que quemaron se encontraba García Márquez y algunas revistas pornográficas. Quemar libros es una actividad en contra del intelecto y la ciencia por sí misma, pero se agrava cuando uno recuerda que el 10 de mayo de 1933 Hitler hacía lo mismo en la Alemania nazi, como lo recuerda la Revista Semana en este artículo.  Y se convierte en una actividad mucho más reveladora cuando uno descubre que Ordóñez era, o es, un asistente frecuente a las reuniones del grupo neonazi “Tercera Fuerza”, como ha sido comprobado por El Espectador y Las 2 Orillas, en el que, además, se le rendían homenajes continuamente. Pero la quema de libros y la idea de la superioridad aria no son las únicas acciones que le unen a nazismo. Lo digo porque en el 2013 Héctor Abad le preguntó si él negaba o no la existencia del “holocausto judío” como lo hacen los obispos lefevbristas a quienes él sigue, a lo que Ordóñez no respondió y,  de manera evasiva, dio por terminada la entrevista, como lo demuestra este audio. No aseguro que sea negacionista, pero sí que ante la oportunidad de demostrar que no es así, decidió callar y dejar en vilo a quienes queríamos saber su postura.


En 2009, Alejandro Ordóñez fue elegido por el Congreso para ocupar el Cargo de Procurador General de la Nación. Este cargo tiene entre sus principales funciones la defensa de los ciudadanos y los recursos públicos. Es por eso que el procurador cuenta con grandes poderes desde el punto de vista legal. Durante los casi 8 años que estuvo en ese cargo, Ordóñez logró hacerse inolvidable: impartió inhabilidades por mil a funcionarios, y se opuso tenazmente e irracionalmente a la despenalización del aborto que hizo la Corte Constitucional en 2006 de tres casos puntuales.  Y digo irracionalmente, porque su único argumento fue siempre el tema religioso, y no la ciencia que ha ahondado profundamente en el tema de la interrupción del embarazo por métodos médicos. Pero en lo que más dio de qué hablar fue en el tema de las sanciones a funcionarios. Muchos fueron sancionados porque hicieron mal su trabajo, como son los casos de Kiko Gómez, Samuel Moreno, y otros.


No obstante, muchos otros fueron sancionados por caprichos de Ordóñez, como en el caso de Piedad Córdoba (por presuntos nexos con Las Farc, nexos que la Corte Constitucional demostró que no existían), Alonso Salazar (por cumplir la sentencia de la Corte Constitucional) y a Sergio Fajardo (por un título minero). Hubo muchos otros, más de 800 alcaldes y 23 gobernadores, dice El Espectador. Hay que recordar que el procurador, además, fue acusado de nepotismo por nombrar a sus familiares y a los familiares de los congresistas que votaron y votarían por él para su reelección.  Y además, el Consejo de Estado comprobó que su reelección era ilegal porque la Constitución no la contempla para el cargo de procurador, y la tumbó en agosto de este año.   Nunca olvidaremos que se opuso a la Ley de tierras, a la adopción por parte de parejas no heterosexuales, a los derechos de la comunidad LGBTI, al matrimonio igualitario, a la libertad de culto, y a otras tantas iniciativas progresistas, en lugar de defenderlas, como era su obligación a ser la cabeza del Ministerio Público. Tampoco se nos borrará de la memoria que, en un acto de la más pura corrupción y de prevaricato, -presumo yo-, en el 2013, cuando acababa de ser reelegido -ilegalmente-, Ordóñez Maldonado modificó el decreto que determinaba el número de escoltas y vehículos y el tiempo durante el cual debían ser asignados a los jefes de la Procuraduría una vez que terminaran su período legal. Esa modificación le cuesta al bolsillo de los colombianos nada más y nada menos que $428’600.000 al mes, o lo que es lo mismo, pero más doloroso, $20.572’000.000 (sí, veinte mil millones de pesos) en un período de cuatro años, según los cálculos de la senadora Angélica Lozano (ver enlace), después de su salida por irregularidades del Ministerio Público.


Para nadie es un secreto que Alejandro Ordóñez es cercano a Uribe y a sus posturas. Lo que tal vez sí ignoren muchos es que también es cercano a María Fernanda Cabal y José Lafaurie (su esposo), quien es director de Fedegán. Y no se puede pasar por alto que, según sentencias de Justicia y Paz y las declaraciones de Salvatore Mancuso y otros jefes paramilitares, “se consideró que FEDEGAN integró activamente la estructura del Bloque Catatumbo hasta el punto de "ostentar poder de mando y control". Se le sindicó de utilizar su rol económico para materializar el cumplimiento de los objetivos criminales del Bloque Catatumbo”. Pero no sólo eso, en un revelador artículo que publicó el periódico Vanguardia Liberal el 19 de agosto de 1987 se constata que Ordóñez ha sido un continuo defensor de la existencia del paramilitarismo en Colombia (ver fotografías del artículo aquí y aquí), el hasta ese entonces concejal de Bucaramanga dijo, entre otras cosas que “impedir que los ciudadanos de bien reaccionen es obligarlos a que sean muertos, extorsionados o lacerados en su vida, honra y bienes. No podemos desconocer que las auto-defensas se ajustan a las normas de la moral social, del derecho natural y de nuestra legislación positiva. Pensar lo contrario es, por decir poco, una absurda ingenuidad”. Es claro pues que, aunque sea desde un punto de vista ideológico, Ordóñez está de acuerdo con el accionar de los grupos paramilitares y la financiación por parte de los “ciudadanos de bien” y empresarios que sólo buscaban despojar a los ciudadanos de sus tierras.



Alejandro Ordóñez y un sacerdote católico. Todas Las Sombras. Ordóñez, el especulador. Fuente: http://todaslassombras.blogspot.com/2016/11/ordonez-el-especulador.html
Alejandro Ordóñez. Fuente: El Tiempo


El credo religioso es una decisión individual e irrebatible. Cada persona puede practicar el credo que quiera en un país laico como Colombia (artículo 19 de la Constitución). Lo que no puede es usar esa excusa para imponer su credo a los demás, o eliminar los testimonios escritos de ideas diferentes a las que uno tenga en el contexto religioso. En una conferencia que dictó en México hace unos años, Ordóñez, quien en ese momento era Magistrado del Consejo de Estado, dijo, entre muchas otras cosas, que “el liberalismo es un desorden por esencia y no puede traer la paz”, en una clara referencia a la necesidad de adoptar la fe católica para poder alcanzar la paz.


Las negociaciones entre el Gobierno Nacional y Las Farc hallaron en Alejandro Ordóñez a uno de sus principales opositores. Dos de las principales razones del bumangués para oponerse al tratado de paz fueron la impunidad y la “ideología de género”. La primera es un tema verdaderamente complejo porque no se puede decir que la impunidad no haya existido en el Acuerdo de La Habana que pretendía dar por terminado el conflicto armado colombiano con esa guerrilla. No obstante, también resulta irreal decir que hay impunidad total porque, aunque es difícil que los altos mandos de Las Farc terminen en la cárcel, el acuerdo estipuló sanciones restrictivas de la movilidad y sanciones con prisión hasta por 20 años para los guerrilleros que no reconocieran su responsabilidad en actos criminales, y en ejercicio de la justicia especial del Tribunal para la Paz, fueran hallados culpables. 


La segunda razón, sin embargo, resulta ser una idiotez de proporciones indescriptibles y que sólo puede surgir por la influencia de pensamientos retrógrados e inhumanos cimentados en ideas religiosas que atacan directamente la dignidad de los seres humanos no heterosexuales. El acuerdo establece explícitamente, en la página 10, que la igualdad y el enfoque de género son “el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas autónomas, sujetos de derechos que, independientemente de su estado civil, relación familiar o comunitaria, tienen acceso en condiciones de igualdad con respecto a los hombres a la propiedad la tierra y proyectos productivos, opciones de financiamiento, infraestructura, servicios técnicos y formación, entre otros; atendiendo las condiciones sociales e institucionales que han impedido a las mujeres acceder a activos productivos y bienes públicos y sociales.” En otras palabras, el enfoque de género no busca cosa diferente a reconocer las desventuras que, en el trascurso de este conflicto de más de 52 años de duración, han sufrido las mujeres, los niños, los adolescentes, los ancianos y la comunidad LGBTI, y tratar de corregir las circunstancias que crearon esas desventuras para que jamás vuelvan a ocurrir.


Para ningún colombiano debería ser un misterio que, aunque la mayoría de muertos que nos ha dejado este desangramiento insensato del país debería corresponder a hombres, son las mujeres, los niños, los adolescentes y los ancianos quienes más han tenido que soportar la decadencia que trajo consigo un enfrentamiento fratricida. El Centro Nacional de Memoria Histórica establece que el número de víctimas fatales de esta confrontación equivale a 220.000 personas, aproximadamente, de los cuales el 81,5% son civiles. Además de eso, también informa que 1.754 personas fueron víctimas de violencia sexual y 6.421 niños y adolescentes han sido reclutados por grupos armados ilegales. Esas razones, y el hecho de que históricamente nuestras mujeres hayan sido sometidas a seguir las “órdenes” de los hombres y ser víctimas del machismo que aún domina nuestra sociedad, son las que han motivado la inclusión y el desarrollo del enfoque de género en el acuerdo. Eso es capaz de entenderlo cualquiera que sepa leer críticamente, cualquiera.


Ordóñez mostró nuevamente que su interpretación de la legitimidad y la moral están asociadas con su beneficio personal. El pasado 15 de noviembre, en declaraciones a la prensa, Ordóñez Maldonado dijo, entre otras cosas, que “el Congreso de la República no cuenta con la legitimidad para avalar el nuevo acuerdo de paz firmado entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc”. Y lo paradójico e irritante de eso es que ese mismo Congreso sí contó con la legitimidad para reelegir a Ordóñez como procurador, aunque él mismo había comprado sus votos con prebendas y nombramientos a sus familiares, y la reelección era a todas luces ilegal y anticonstitucional. Es por eso que además de corrupto, antidemócrata y retrógrado, considero que Ordóñez es un especulador, y que se ha aprovechado de su posición y de su fe católica para confundir personas incautas, y para mejorar su reputación entre las personas que comparten sus ideas eugenésicas, belicosas e inhumanas.  


El colmo:  en un hecho sin precedentes, el pasado 15 de noviembre, la Procuraduría General de la Nación le impuso a Ordóñez la "condecoración 'Mérito a la Excelencia 2016", como se puede observar en su página de Twitter. Hemos perdido lo poco que nos quedaba de cordura.



@Franzlozano


*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Desarrolla artículos de opinión para Todas Las Sombras y Radio Macondo. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano

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sábado, 12 de noviembre de 2016

¿Hacia dónde van los demócratas a partir de ahora?

Por Bernie Sanders*

Traducción de Francisc Lozano**
 
Bernie Sanders. Hacia dónde van los demócratas a partir de ahora. Todas Las Sombras. Fuente: http://todaslassombras.blogspot.com/2016/11/hacia-donde-van-los-democratas-partir.html Bernie Sanders

Millones de estadounidenses registraron un voto de protesta el martes, expresando su feroz oposición a un sistema económico y político que pone la riqueza y los intereses de las corporaciones por encima de los suyos. Yo apoyé fuertemente a Hillary Clinton, hice una fuerte campaña en nombre, y creí que ella era la opción correcta el día de la elección. Pero Donald J. Trump ganó la Casa Blanca porque su retórica de campaña explotó una muy real y justificada ira, una ira que muchos demócratas tradicionales sienten.


Estoy entristecido, pero no sorprendido, por el resultado.  No me escandaliza que los millones de personas que votaron por el señor Trump lo hayan hecho porque estén enfermos y cansados del status quo económico, político e informativo (de los medios de comunicación).


Las familias trabajadoras observan cómo los políticos reciben fondos financieros para sus campañas de parte de billonarios e intereses corporativos -y entonces ignoran las necesidades de los estadounidenses de a pie-. Durante los últimos 30 años, demasiados estadounidenses han sido vendidos por sus jefes corporativos. Ellos trabajan más horas por menores salarios mientras ven los trabajos con salarios decentes irse a China, México o algún otro país de bajos costos salariales. Ellos están cansados de tener directores ejecutivos que ganan 300 veces más que ellos, mientras el 52% de todo nuevo ingreso va para el 1%. Muchas de sus, una vez hermosas, zonas rurales han sido deshabitadas, sus tiendas del centro tienen las puertas cerradas, y sus hijos se están yendo porque no hay empleo -todo esto mientras las corporaciones succionan toda la riqueza de sus comunidades y las deposita en cuentas en paraísos fiscales-.


Los trabajadores estadounidenses no pueden pagar por cuidado decente y de calidad para sus hijos. No pueden enviar sus hijos a la universidad y no les queda dinero en el banco mientras se van acercando a su época de retiro. En muchos lugares del país, no pueden encontrar vivienda asequible y hallan el costo de los servicios de salud muy alto. Demasiadas familias viven en desesperación mientras que las drogas, el alcohol y el suicidio disminuyen la duración de la vida de un creciente número de personas. 


El presidente electo Trump tiene razón: Los estadounidenses quieren un cambio. Pero, ¿qué tipo de cambio les ofrecerá él? ¿Tendrá él el coraje de enfrentarse a la gente más poderosa de este país, quienes son los responsables del dolor económico que muchas familias trabajadoras sienten, o arrojará la ira de las mayorías en contra de las minorías, inmigrantes, los pobres y los desamparados?


¿Tendrá la valentía para enfrentarse a Wall Street, trabajar para desarticular las “muy grandes para fallar” instituciones financieras y demandar que los grandes bancos inviertan en pequeños negocios y creen empleos en el campo estadounidense y las ciudades del interior? O, ¿nombrará él otro banquero de Wall Street para que dirija el Departamento del Tesoro y mantenga las cosas como siempre? ¿Se enfocará él, como prometió durante su campaña, en la industria farmacéutica y disminuirá los precios de los medicamentos prescritos?


Estoy profundamente afligido por escuchar historias de estadounidenses siendo intimidados y acosados en alba del triunfo del señor Trump, y oigo el llanto de las familias que viven en el temor de ser hechas trizas. Hemos llegado muy lejos como nación para combatir la discriminación. No vamos a retroceder. Tengan la seguridad, no hay concesiones en cuanto al racismo, la intolerancia, la xenofobia y el sexismo.  Lo combatiremos en todas sus formas, cuando sea y donde sea que reaparezca. 


Mantendré una mente abierta para ver qué ideas ofrece el señor Trump, y cuándo y dónde y cómo podemos trabajar juntos. Habiendo perdido en el voto popular a nivel nacional, no obstante, hará bien en prestarle atención a la visión de los progresistas. Si el presidente electo está comprometido realmente en la búsqueda de políticas que mejoren las vidas de las familias trabajadoras, voy a darle varias oportunidades reales de que se gane mi apoyo.


Reconstruyamos nuestra crepitante infraestructura y creemos millones de empleos bien pagados. Aumentemos el salario mínimo a un salario para vivir, ayudemos a los estudiantes a permitirse ir a la universidad, demos licencia familiar y médica paga y expandamos el sistema de seguridad social.  Reformemos un sistema económico que le permite a los millonarios como el señor Trump no pagar un centavo en impuestos federales a los ingresos. Y lo más importante, terminemos la capacidad que tienen los contribuyentes ricos de comprar las elecciones. 


En los próximos días, también proveeré una serie de reformas para revigorizar el Partido Demócrata. Creo firmemente que el partido debe romper sus lazos con el establecimiento corporativo y, una vez más, convertirse en un partido de base de gente trabajadora, los mayores y los pobres. Debemos abrir las puertas del partido para darle la bienvenida al idealismo y la energía de la gente joven y todos los estadounidenses que están luchando por la justicia económica, social, racial y ambiental. Debemos tener el coraje de oponerle resistencia a la avaricia y poder del Wall Sreet las compañías farmacéuticas, las compañías de seguros y la industria de combustibles fósiles.


Cuando mi campaña presidencial llegó a un final, le di mi palabra a mis seguidores de que la revolución política continuaría. Y ahora, más que nuca, eso tiene que ocurrir. Somos la nación más rica en la historia del mundo. Cuando nos mantenemos juntos y no le permitimos a los demagogos dividirnos por raza, sexo u origen nacional, no hay cosa alguna que no podamos alcanzar. Debemos seguir adelante, no retroceder.





*Bernie Sanders, un senador de Vermont, fue candidato a la nominación para la elección presidencial del Partido Demócrata en 2016. El artículo original en inglés se encuentra alojado en esta dirección: www.nytimes.com

 

**Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Desarrolla artículos de opinión para Todas Las Sombras y Radio Macondo. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano

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miércoles, 9 de noviembre de 2016

¿Y la paz para cuándo?

Por Francisc Lozano*

¿Y la paz para cuándo? Todas las sombra. Fuente:http://todaslassombras.blogspot.com/2016/11/y-la-paz-para-cuando.html
Manifestantes en favor del No al Plebiscito. Fuente: larevista.com

El 2016 será un año que no podré olvidar. Este año se firmó el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de Las Farc, después de 52 años de conflicto y casi 5 años de negociaciones; el Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea; Donald Trump, un millonario xenófobo y machista, destruyó a 17 contrincantes en su puja por alcanzar la presidencia de USA; y los colombianos le dijimos No al acuerdo que mencioné previamente, entre otras cosas por el engaño engendrado en las entrañas del Centro Democrático, algunas iglesias cristiano-católicas, el rechazo de la gente a Las Farc y a Santos. 


Y será imposible de olvidar porque todos esos sucesos ocurrieron en contra de todas las encuestas que determinaban que el Reino Unido no saldría de la UE, Colombia le diría SÍ al Plebiscito y Trump sólo tenía, hace dos días, un 18% de posibilidades de llegar a la Casa Blanca.


Pero no será inolvidable sólo porque demostró que las encuestas ya no sirven para predecir lo que pasará o que la gente empezó a decir mentiras al contestarle a las encuestadoras. Creo que esa es la única forma en la que, en contra de todos los pronósticos, los fenómenos del Brexit, el No al Plebiscito y el triunfo de Trump se pueden explicar. Este año será inolvidable para mí porque vi y escuché cientos de veces la expresión “paz sí, pero no así”.


Como dije en una columna anterior, no sólo los que dijeron No al acuerdo son los culpables del estado de conmoción en el que nos encontramos. También tenemos la culpa los que votamos Sí, Santos y sobre todo los que no votaron que son casi 22 millones de personas. Los que no votaron son culpables porque dejaron en manos de unos pocos la decisión de parar o no el conflicto más antiguo del hemisferio occidental, y con eso lograron contribuir a la desazón que vive Colombia desde el 2 de octubre del 2016.


¿Y los del No? Los que votaron No nos han demostrado los peligros que subyacen en la democracia. Sin importar cómo se hayan convencido de que votar No era la mejor opción para el país o para ellos, han permitido que los únicos que puedan realmente hacer alguna modificación a los acuerdos sean personajes como Alejandro Ordóñez, comprobado funcionario corrupto que llenó la Procuraduría de familiares y compró su reelección con nombramientos a familiares de los congresistas que iban a votar por él; Álvaro Uribe, reconocido político que compró su reelección presidencial con la entrega de notarías a los congresistas que tenían a su cargo la modificación de la Constitución y que permitió que sus hijos se quedaran con los terrenos que, él sabía, iban a terminar siendo zonas francas para que se hicieran millonarios sin trabajar esas tierras; Andrés Pastrana, de quien lo único que recuerdo es su fracaso al intentar un acuerdo de paz con Las Farc y la creación del Plan Colombia, y hoy se cree con la autoridad moral para decirle al país que este acuerdo está lleno de impunidad, sabiendo que él fue incapaz de alcanzar uno mejor o igual; y Marta Lucía Ramírez, a quien sólo le recuerdo haber sido candidata presidencial y ministra de defensa de Uribe en la época de las ejecuciones extrajudiciales.  Hay más voceros: Jaime Castro y otras personas, pero ni la gente los conoce, ni sus propuestas trascenderán porque no se han ganado el reconocimiento que sí le asiste a los demás.


Santos dice que se han recibido más de 300 propuestas para realizar modificaciones al acuerdo final, pero no podemos olvidar que los que “también quieren la paz” y votaron No son más de 6 millones 400 mil personas. Eso significa que el discurso de “paz sí, pero no así” ha sido sólo eso, un discurso. Si no fuera así, ¿por qué no hay por lo menos un millón de propuestas diferentes? ¿O es que acaso esas 300 propuestas recogen la pluralidad de ideas que debería existir en más de 6 millones de personas? ¿O es que Uribe, Castro, Ordóñez, Ramírez y Pastrana son tan visionarios para saber lo que pensaron tantas personas? ¿Es eso lo mucho que les importaba la paz de Colombia?


Yo sé que recibiré críticas, y estoy dispuesto a recibirlas, y es mi obligación preguntar si la “paz sí, pero no así”, ¿cómo es que debe ser esa paz y qué proponen para que sea mejor?, y más que eso, ¿la paz para cuándo?



@Franzlozano


*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano


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jueves, 3 de noviembre de 2016

Terrorismo mediático

Por Francisc Lozano*




Gustavo Petro y Enrique Peñalosa, Terrorismo Mediático, Todas Las Sombras. Fuente: http://todaslassombras.blogspot.com/2016/11/terrorismo-mediatico.htmlEnrique Peñalosa y Gustavo Petro. Fuente: Semana.com



El diccionario de la RAE define el terrorismo como la “dominación por el terror" o una “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.” Con esas dos acepciones, basta para determinar que, en Colombia y muchos otros países del mundo, el terrorismo no es una característica única de grupos ilegales como ISIS, Boko Haram, Al Qaeda o Las Farc. De hecho, muchos gobiernos usan el terrorismo de Estado para asegurarse de controlar más eficazmente a su población: USA lo utiliza para que sus conciudadanos aprueben todas las leyes que restringen su libertad en nombre de la seguridad nacional y que desaparecen a comunidades enteras de la faz de la tierra como en las matanzas perpetradas por los países aliados en Irak y Afganistán, que nunca fueron guerras, sino masacres, por mostrar dos ejemplos. En Colombia no es distinto: hay infinidades de pruebas que muestran las alianzas entre el Gobierno colombiano y los paramilitares para masacrar a miles de personas porque no eran auxiliadoras del paramilitarismo o simplemente porque necesitaban despojarlas de sus tierras para entregarlas a los grandes terratenientes colombianos y extranjeros que patrocinaban los despojos y las muertes.




A pesar de la tristeza que me generan esos hechos, y la necesidad de hablar de la connivencia entre los gobiernos colombianos y los criminales, hoy me quiero referir a los medios de comunicación y sus prácticas terroristas.  El pasado 27 de octubre, el Canal Caracol reveló una encuesta (ver vídeo) de la Cámara de Comercio de Bogotá en la que, entre otras cosas, se señala que “la percepción de inseguridad se redujo 14 puntos, del 55% al 41 %” si se comparan el primer semestre del año 2015 con el mismo período en el 2016. Cuando pretenden explicar la razón de esa disminución, Daniel Mejía, el Secretario de Seguridad de Bogotá expone que “la gente está denunciando y está reportando más los delitos, la tasa de denuncia pasa del 18 por ciento al 40 por ciento, un aumento del 122%”. Con eso, tanto Mejía como Caracol aspiran a demostrar las causas de esa disminución tan notable en la percepción de inseguridad. Y puede ser que tengan razón, pero creo que es imposible que ese único hecho explique tan impresionante desenlace, y expondré mis dudas a continuación:



1.      No creo que el hecho de denunciar un delito haga que uno deje de sentirse víctima del mismo. Si a alguno de ustedes le han robado el celular, no creo que el sentimiento de victimización desaparezca nada más porque ustedes fueron al CAI o a una inspección a interponer una denuncia. Por favor cuéntenme si es así, y me retractaré.



2.      En el hipotético caso de que esa disminución se explicase por ese hecho, ¿por qué no simplemente le pedimos a todos los que han sufrido de robos y atracos que vayan a denunciar y así eliminamos esa horrenda sensación en las personas?



3.      Si ese hecho explica todo el fenómeno, ¿cómo se esclarece entonces el hecho de que a la par de la disminución en la percepción de inseguridad, aumentaron los robos de teléfonos celulares y de otros artículos en un 2%, como lo demuestra la misma encuesta: “la victimización en el primer semestre del año se ubicó en un 40 %, dos puntos por encima del mismo periodo del año anterior.”, pero no sólo eso, “según los encuestados, los lugares más inseguros de Bogotá son las calles y los puentes peatonales y el delito que más afecta a la comunidad es el hurto a personas que subió del 79 al 80%.”





Como me parece que la explicación dada por la Secretaría de Seguridad y los medios es insuficiente, me centraré en la tercera duda: ¿cómo explicar que mientras la criminalidad aumenta, la percepción de seguridad disminuye? No estoy seguro, pero tengo una hipótesis: el año anterior, el alcalde de Bogotá era Petro, un líder de izquierda al que los medios colombianos y sus máximos pautadores no quieren por haber sido parte del M-19 y porque durante su época de senador denunció los escabrosos vínculos entre la política y el paramilitarismo en Colombia; y como alcalde de Bogotá, le retiró los contratos multimillonarios de recolección de basuras a grandes empresarios y se los entregó a los pobres de la ciudad; además de cancelar las corridas de toros; crear jardines para que las madres pobres pudieran dejar a sus hijos en ese lugar y salir a trabajar; eliminar la muerte infantil por desnutrición, entre otras cosas. También cometió errores como implementar un sistema de recolección de basuras sin tener un plan de choque en caso de que éste fallara y comprar volquetas para trasladar basuras, en vez de conseguir carros compactadores desde el principio. Seguro que hay más errores en su administración. 

 
Durante la alcaldía de Petro, RCN, Caracol, Semana y El Tiempo fueron grandes críticos de su gestión y no lo han sido con Peñalosa. Fuente: www.reporterosasociados.com.co



Como mencioné antes, Petro tiene enemigos muy poderosos entre los que se cuenta a algunos de los dueños de los canales privados de Colombia, y durante su administración, esos medios se encargaron magnificar las malas noticias y a invisibilizar sus logros en la capital. Todas las malas decisiones y fallas recibieron el mayor cubrimiento posible. Fue así, como el terrorismo mediático le hizo creer a los habitantes de Bogotá y del país, que la ciudad era invivible y que a la gente la robaban y asesinaban en cada esquina o rincón bogotano, y es obvio que la seguridad no es la fortaleza de ninguna ciudad colombiana, pero esos crímenes no son el pan da cada día en toda la ciudad, como los medios pretendían mostrar en la era Petro.  Como el terrorismo es una acción que  busca genera inquietud en la sociedad con objetivos políticos, los canales privados y los medios escritos y digitales se aprendieron muy bien la lección, y usaron su influencia sobre la opinión pública con el propósito de que la ciudad saliera de manos de la izquierda y que el gobierno de Petro fuese recordado como una gran mancha negra en la historia de la ciudad: intereses políticos y económicos. Es por eso que cuando montaron a Peñalosa en la Alcaldía, dejaron de moler al alcalde a palo, porque él sí hace las cosas que a ellos les gustan: privatizar las empresas de la ciudad, contratar con ellos, aumentar los costos del transporte público, en fin: privatizar. Si lo que ha ocurrido con esa encuesta no se explica por el terrorismo mediático, ¿cómo podemos esclarecer que la gente se sienta más segura en una ciudad más insegura? La pregunta es para ustedes.




@Franzlozano


*Francisc León Lozano Rivera (1988): Nació en Santiago de Cali, Colombia. Es Administrador de Empresas de la Universidad Nacional de Colombia. Trabajó como Director de Talento Humano en la organización Grameen Caldas; fue director de la Fundación Funeducol; laboró como Coordinador de Reclutamiento de Heart for Change; y se desempeñó como Conferencista y Formador de Aprendizaje de Inglés en México. Es escritor por gusto y por convicción. Puede contactarle en su cuenta de Twitter: @Franzlozano


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